jueves, 2 de junio de 2022

Los mil colores de Manuela Bascón

 


«Quiero vivir para ver que cuanto sembré sigue dando sus frutos.
quiero regar mis campos de lienzos cada año,
y seguir pintando "frutos" en mis particulares bodegones...»

Frente a mí se encuentra sentada la polifacética artista Manuela Bascón, de personalidad inmutable, arrolladora y divertida, un huracán que no deja a nadie indiferente. Comprometida con las ideas y proyectos, todo un racimo de pasiones hecho mujer.

Andaluza inabordable y misteriosa, el arte es su vida, su modo de batallar y defender. No hay otra manera de entender la existencia, siendo razón para ella toda razón de ser. Muchas veces criticada e incomprendida, como las grandes personalidades de nuestra historia, por lo que más andaluza es imposible hacerla.


Manuela Bascón es una luna inalcanzable, un espíritu inquieto y libre. Forjada en materia de libertad, atreviéndome a decir que no conozco a nadie que le guste tanto volar y a ver quién se atreve a discutirme lo contrario.

La han calificado de simbolista, surrealista, naif, cubista y de todas las definiciones posibles. Personalmente su obra me traslada a la añoranza, eso sí alegre por el colorido que transmite, pero nostálgica por aquello que sucedió. Mirar un cuadro de Manuela supone un interpretar siempre, pudiendo asegurar que ninguno de sus cuadros nos dejará indiferente. Más cuando uno comprende que por mucho mirar siempre se escapa la pintura a cualquier tipo de argumento. Hacemos lo más sencillo, sumergirnos de lleno en la pintura y dejarnos llevar por las imágenes sin oposición ni pensamiento alguno.

Pienso que aún no le ha llegado la gran exposición, a pesar de haberse paseado su obra por París, Avignon, Lisboa y Koln. Colecciones privadas en diversos países de Europa, América y Canadá. Adquisiciones para la Biblioteca Nacional de Madrid, Junta de Andalucía y multitud de premios y menciones. Siendo reconocida nuestra querida artista en los rincones más lejanos del planeta. 


Maestra y sabia, joven y profunda a la vez, tal como el fondo de los océanos. Aunque a veces nos da la sensación de una fragilidad similar a la del cristal. Cuan equivocados estamos, ella tan solo es una superviviente más de esa batalla personal que todos llevamos dentro.

Tomamos el café y Manuela no para de hablar de cuestiones y elementos que se le han cruzado por delante en los últimos días.

Hermosa y primavera, flor bucólica y salvaje en las mañanas, girasoles y amapolas al mediodía, lavandas y campanillas para las tardes y azahar para las noches; con ustedes Manuela Bascón.


— ¿Cuántas puertas tiene tu casa?

—Mi casa es una casa adolescente a punto de independizarse

—Un color que te haga soñar.

—El blanco me hace soñar. Es el color del lienzo virgen, de las sábanas de verano y de las palomitas de maíz que preceden a las buenas películas.

—Una Canción

—Para mí la mejor canción es la que me define en cada momento. La que comparte su letra con las mismas preguntas que me esté haciendo en el momento. He redescubierto Feist, estoy en el momento Feist, oyendo La meme historie. Pero esto es solo hoy, y porque el día está gris...

—¿Un libro?

Ricardo tu eres consciente de lo difícil que es elegir algo, pero a día de hoy creo que volvería a leer «Narciso» de Germán Sánchez Espeso. Lo leí muy jovencita y oculta entre las sábanas con una linterna. No tiene nada que ver con la actitud que leo ahora...

Lo leí a oscuras porque estaba en edad de estudiar y yo leía literatura simulando que estudiaba. Por eso no lo olvidaré nunca. Además, no sabía decir porqué, pero en mi hubo un antes y un después de esa lectura. Luego he leído libros mejores e inolvidables, pero afortunadamente nunca a escondidas. Recuerdo que tenía 17 años y fue el primer libro que compré con mis ahorros.

—Un Pintor, es lo que nos queda.

—Sin duda alguna, fue María Helena Vieira quien marcó mi vida. Estuve ocho años investigando su obra, su trayectoria, su vida, sus influencias pictóricas y literarias.


—Gracias a ella conocí e investigué intensamente la obra de Pessoa o Bernardim Ribeiro, este último rodeado de misterios. Gracias a ella profundicé en corrientes artísticas del siglo XX, tanto en París como en América. Fue un trabajo muy completo que realicé por amor al arte y que después acabó en tesis doctoral.

Pero te advierto que no debes buscar en María Helena parecidos pictóricos conmigo porque la pintura es como quien la realiza. Y Viera da Silva era formalmente lo opuesto a mí. Por eso me intriga nuestro parecido espiritual.

— ¿En qué corriente artística te encuentras más cómoda?

—Desde el año 2000 me despojé de una manera de trabajar en serie, exponiéndome a los ojos de la implacable crítica y la guardia pretoriana de los mandamases en el arte.

Decidiendo trabajar despojada de influencias, sin someterme a nada o nadie, es decir pintar con libertad absoluta. Me seduce la idea de que cada cuadro es un mundo, como cada momento.


Tal como empezó la historia desde el principio de los tiempos, la pintura funciona como catarsis o como inductora de magia. Es lo que más me interesa de la pintura, el resto va ligado a todo este movimiento.

La libertad y la verdad son necesarias para tomar caminos insospechados. Si algo va mal, sólo cambiando de pensamiento se puede cambiar de destino. A veces es necesario desligarse de la tiranía y de la opinión de los demás, estamos en el camino de hallar nuestra propia identidad.

Si te digo Andalucía tú me dices...

—Lugar para vivir y volver. Lugar de picos altos y mareas bajas, de sol radiante y luna lunera de días largos y noches lentas, de gente abierta y persianas cerradas, de siestas y fiestas. Donde hay que vivir y forzosamente volver.

—El amor Manuela, háblame del amor.

—El amor... si hablo del amor en las relaciones pienso que mientras dura es eterno y a la vez siempre fugitivo.

—Es lo que a mí me mueve desde luego, en todo cuanto hago. Para mí, va unido a la ilusión. Mi pintura que es mi medio de expresión más común, funciona como un filtro de amor. El único amor incondicional que he conocido es el de la sangre.

—Un deseo desde el corazón

—El deseo desde el corazón es seguir latiendo. Quiero que me dé tiempo a entregar toda la luz que recibí antes de irme. Quiero vivir para ver que cuanto sembré, sigue dando sus frutos.

—Regar mis campos de lienzos cada año. Y seguir pintando y llenando de «frutos» mis particulares bodegones.

—Y para los demás, deseo que encuentren su camino y sean felices.

1 comentario:

  1. Mariela es simplemente maravillosa y su obra viva y pasional. Me ha encantado conocer más de una gran amiga. Besos a ambos :D

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