miércoles, 24 de mayo de 2023

Felicitaciones


Buenos días.

En primer lugar, daros las gracias ante todo ese aluvión de felicitaciones que recibí en el día de ayer.

Han pasado muchos años desde que me registré en Facebook y, obviamente que, durante todo ese tiempo ha sucedido de todo; vivencias, cursos, exposiciones, viajes; en fin, que juntos, hemos participado en situaciones de todo tipo.

Gracias por vuestra compañía, tan solo advertiros que quienes estáis sois importantes para mí; razón por la que quienes cruzan esa frontera que da el mal gusto o las malas intenciones son bloqueaos al instante.

Estamos para aportar, para recibir calor, ayuda, amistad; independientemente del pensamiento o las creencias de cada cual.

Respetemos lo que cada cual piensa, desde la libertad siempre: «Detesto lo que dices, pero daría mi vida porque tuvieras el derecho a decirlo», nos dijo Voltaire.

Escribo, al igual que cocino, y en ambas maneras intento servirme del corazón como instrumento. Ese corazón que intenta transmitir siempre, al igual que es capaz de dejarse seducir por el prójimo.

No me asusta el amor ni el cariño, no soy reticente en dar ni en recibir; en eso consta el secreto de la felicidad, en la entrega.

Intento no tragarme cuanto me cuentan y me refiero, sobre todo, a informativos y a esas indecorosas noticias que me llegan, de manera automática, a través del Google o del móvil.
Estamos para ser nosotros mismos y no dejarnos seducir por una máquina.

El secreto de la felicidad está dentro de uno y no fuera.

Por lo tanto, me importas tú, más que la máquina.

Me gustan los árboles y los bosques, pero también el mar. Soy un hombre dado a lo solitario y a la reflexión, aunque también me guste una taberna en la que conversar, al igual que aquella patria a la que hiciera referencia Unamuno.

También soy muy crítico, quizás demasiado, y no creo en ninguna verdad absoluta. Pienso que tras cada persona se encuentra una religión, un modo de vivir y de sentir. Pienso que he de respetar eso; la cuestión de la intimidad del pensamiento, ese concepto que se hace tan difícil de cuestionar y rebatir.

Tal como advirtiera el mismísimo Cervantes cuando dijo aquello de: «Cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces».

Me gustaría llegar, al menos intentar alcanzar aquella abrumadora sentencia de Herman Hesse; «ahora de tan solo oigo el correr de mi sangre…», o porque no; «aguardar a que se deshaga el nudo y la fruta madure». Tal como nos cantó Federico, porque Federico cantaba siempre.

Y, a día de hoy, puedo asegurar —es mi pensamiento— que nadie ha cantado con la sutileza que lo hizo Federico.

Y de esa manera, forma o estilo —llámese como se quiera—, poder compartir estas pequeñas cosas; detalles que, para muchos no cuentan… y que, para otros, tal como es mi caso, suponen la vida entera.

Juntitos, muy juntitos, y con quienes, por decisión propia, hacen camino a mi lado.

R. R. Martel