jueves, 23 de junio de 2022

La Bella Durmiente, Símbolos y Metáforas.

 

En un tiempo remoto y lejano...

Así da comienzo, como tantos otros, uno de los cuentos más apasionantes de la literatura. Una historia surgida en una edad donde el bosque era aún poderoso y temido, donde el reino de la fantasía convivía sin separación entre la vida del hombre y sus reflexiones metafísicas tras la muerte.

Historia cargada de simbolismos vastos y profundos, donde paisajes fabulosos se entrelazan,  y ofrecen un marco a una imaginación desbordada.

Tiempo donde habitaba el misterio y en donde las respuestas venían dadas por la observación directa de los elementos que rodeaban al hombre de manera inmediata.


Tal como diría Novalis;

«Cuando el mundo estaba todavía en el mundo»,

Siempre que se habla de otros tiempos, nuestro inconsciente nos traslada a esa edad de oro manifestada por Hesíodo y a los cantos de Ovidio, pero vayamos paso a paso, dado que no es mi intención el sermonear ni aburrir con cuestiones que nos alejen de la fábula.

Disfrutémosla como algo realmente cercano, accesible y no como una historia alejada a nosotros mismos. Percibiendo en su simbología una transformación aplicable a nuestra vida y aboguemos porque sus profundas presunciones nos ayuden en estos tiempos de oscuridad.

Todo comienza cuando la Reina se bañaba en el río y una rana le pronostica que dará a luz a una hija...

La metáfora del agua y del baño como limpieza ritual; el mundo de lo movedizo, lo anímico; inconstante e inestable.

La rana como unión entre la tierra y el agua; ella es el vínculo de la metamorfosis, recordemos a los alquimistas.


Nació la niña y llegó la alegría, celebrándose una fiesta por todo lo alto en el palacio. Se invitaron a las hadas —trece eran las que habitaban en el reino—, pero tan solo disponían de doce platos dorados, símbolo solar. Por lo que una de las hadas se quedó fuera, sin sitio y sin ser invitada.

Doce signos del zodiaco, doce dioses benefactores y un decimotercero que queda fuera del grupo como ejemplo opositor. Recordemos a Loki en el paisaje nórdico.

«El hombre micro cósmico ha de despertar a la otra consciencia, esa que duerme y se encuentra paralizada por el miedo y representada por el número trece».

Se celebró el banquete, y cuando este se hallaba en todo su esplendor, fueron pasando las doce hadas benefactoras ante la niña, concediéndole su don. Hasta que llegó ella, la decimotercera hada (bruja), aquella que no había sido invitada y nadie, por supuesto, esperaba.


Y es que nadie invita a la decimotercera...

Entonces maldijo a la pequeña, diciéndole; 

    —Cuando la princesa cumpla quince años, se pinchará con una aguja y morirá.

La impaciencia le llevó a adelantarse a la última invitada, como suele pasar en tantas historias de terror y desequilibrio, cegada por la ira y el resentimiento.

Por lo que quedaba una última hada aún por manifestar el último don, y rectificando el edicto, lo dejó así...

     —La niña no caerá muerta, sino que dormirá cien años.


Y así, llegamos a la imagen poderosa del hilo de Adriana y el laberinto. El hilo o conducto donde se desarrollan las ideas y los pensamientos.

La humanidad retrocede, la edad de oro concluye y con ello la de los viejos cuentos alrededor de la lumbre.

Llegamos a la imagen no menos poderosa de la rueca como alegoría del tiempo, enfrentándonos a la gran tejedora, esa Norna que habita, eternamente, bajo el gran Yggdrasil, el fresno sagrado, y como nadie es capaz de detener el paso del tiempo, la niña se pincha con la aguja y queda dormida, recluida en su torre.


La torre es otro símbolo poderoso donde los haya. En el arcano del tarot gana enteros. La torre que se acerca al cielo, pero mantiene encerrada en su interior todas las esperanzas por alcanzarlo, sin embargo, en todos los cuentos de hadas se repite el mismo axioma; transformándose en un símbolo ancestral; el mito de reclusión de la princesa —entre la tierra y el cielo|—. Mientras el mundo, la humanidad. se sume en el sueño...

Amainó el viento, los árboles enmudecieron, y alrededor de palacio creció un seto de rosas silvestres, resguardando al palacio a la mirada de los hombres y con el propósito de cumplir con unos requisitos muchos más elevados; tal como ha sucedido en todas las sociedades sagradas y que, por una razón u otra, han quedado apartadas de la sociedad. Recordemos el caso de Shamballa, Avalón, La isla de Preste Juan...

El rosal silvestre mantiene resguardada a la Bestia —la materia—, mientras el proceso continúa su ciclo.

Al fin, se cumplió la ventura y llegó el príncipe, el eterno viajante que cruza puentes y mares. El héroe, magníficamente ilustrado por Doré para el cuento. El viajero infinito de Cambell llega traspasando el tiempo; consigue salvar el rosal espinoso y con un beso en los labios de la princesa despierta el alma dormida.


«Llegará aquel que está llamado a despertarla, cuando llegue el signo de la rosa y despierte la virtud del beso».

Enunciado que nos acerca a la filosofía Rosacruz.

«Quien sea capaz de aceptar la vida terrestre, arraigándose firmemente a ella, sometiéndose a sus dificultades para crecer de ellas y entre ellas.

El que como la rosa supere todo lo pétreo y lo hiriente, el que aliente como la flor un amor altruista y purifique la sangre de pasiones hasta volverse inocente, ya puede tomar el símbolo de la rosa».

Que sea este nuestro epitafio final, aquel que encierra los secretos de todas las catedrales, y ahora que se ha desvela, mostrando el misterio y todo aquello que se oculta tras un inocente cuento.

La Rosa de los cinco pétalos, esas rosas que acompañan vírgenes en la edad media.

El pueblo despierta, el aire vuelve a acariciar las ramas, aúllan los perros y el agua corre de nuevo, entonces el proceso se da por concluido.

Nadie se sabe que sucederá a partir de ahora.

La bella durmiente es un cuento de destino y paso. Es un cuento de puertas y cruces de caminos, un proceso místico donde el héroe encuentra al fin a una doncella, que no es más que su alma dormida.

1 comentario:

  1. Maravillada me dejas Ricardo. Es increíble la simbología que hay oculta en la mayoría de historias que escuchamos. Nos quedamos con lo superficial sin pensar en cuánto hay detrás. Me encanta. Besos :D

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