martes, 29 de agosto de 2023

Josefina Bracken: El Amor o la Inmortalidad

  



¿Quién arribó en estas costas

buscando una casa, un nido,

como las golondrinas errantes?


Si tu destino te guía

a Shanghái, China o Japón,

no olvides nunca que, en estas costas,

un corazón late por ti.


«A Josefina»

José Rizal


Nuestra extraordinaria historia de hoy nos lleva hasta Filipinas, por lo que tocaremos parte de la vida de Josefina Bracken. Así que, sentaos y acomodaos, ya que os aseguro que no tiene desperdicio lo que os voy a narrar...



Josefina nació el 3 de octubre de 1876 en Hong Kong, siendo hija de padres irlandeses. Tras morir su madre poco después del parto, fue adoptada por su padrino, el estadounidense George Taufer, un ingeniero viudo, casi ciego, que disfrutaba de una vida bastante acomodada en Hong Kong. Al poco de llegar Josefina, su padrino se casó con una señorita portuguesa, dándole una hija y falleciendo, al igual que la madre de Josefina, poco después de dar a luz. 

Entre ambas hermanas mantuvieron una relación cálida y amorosa, hasta que el señor George volvió a contraer matrimonio por tercera vez. Sin embargo, esta nueva esposa no congenió con Josefina, convirtiendo dicha relación en una permanente disputa e incluso llegando a las manos en el jardín de la casa. Por lo que Josefina, con tan solo quince años de edad, Decidió refugiarse en el Convento de las Hermanas Canossianas. Tuvo que implorarle a su padrino el regreso a casa, tras jurarle que había abandonado a su esposa. Carácter no le faltaba a la muchacha.




Al poco tiempo, Josefina recomendó a su padrino que visitara a un famoso oftalmólogo llamado José Rizal. La cuestión era que, por entonces, Rizal se encontraba exiliado en Dapitan, al sur de Filipinas. Así que navegaron hasta Filipinas, llegando a Manila un 5 de febrero de 1895 y desde allí hasta Dapitan.

La doble catarata de George era irreversible, aun así, el doctor hizo todo cuanto estuvo en sus manos. Durante el mes que permanecieron en la consulta, Rizal y Josefina se enamoraron, quedando el inteligente doctor deslumbrado ante aquella mujer de ojos azules que desprendía una pasión desmesurada.

Inmediatamente Rizal solicitó el matrimonio católico por deseo de George, el padrino de Josefina. Pero debido a su postura política, el sacerdote local solo estaría de acuerdo en conceder dicha ceremonia si Rizal obtenía el permiso del obispado. Narcisa, la hermana de Rizal, acompañó a Josefina en el viaje de regreso a Manila, ante la insistencia de Rizal que no deseaba perder a Josefina, proponiéndole matrimonio civil, ya que él jamás se retractaría de sus pensamientos. 

Josefina contrajo matrimonio amparada en la familia de Rizal, y así formaron una familia en la casa de bambú rosa del doctor. Los enamorados vivieron felices durante los primeros años de relación, hasta que, debido al carácter de ambos jóvenes, comenzaron las disputas. 

El 30 de julio de 1896, Rizal recibió una carta del Gobernador aprobando su petición de servir como médico voluntario en Cuba, ya que debido a sus publicaciones y críticas políticas su vida peligraba. Pensando ingenuamente que, alistándose en el ejército, no podrían poner en duda su lealtad hacia España.


No dio tiempo para ello, su destino estaba ya trazado, los militares necesitaban dar un golpe sobre la mesa que impusiese respeto ante las constantes sublevaciones en las islas. Por lo que Rizal y Josefina subieron al vapor "España" partiendo de madrugada y llegando a Manila el 6 de agosto de 1896.

Siendo inmediatamente arrestado a bordo del crucero «Castilla» que le debería llevar hasta Barcelona, ​​donde haría trasbordo hasta La Habana. Siendo trasladado al Fuerte Santiago (Fuerza de Santiago) en Manila.

El día 26 de diciembre de 1896 fue celebrado el Consejo de Guerra, estando presente Josefina junto con algunos periodistas españoles. Condenado a muerte en un juicio que resultó ser una pantomima, instigado por las órdenes religiosas (es decir, dominicos y franciscanos). 

Rizal fue acusado de asociación ilícita con otros revolucionarios, siendo condenado a ser fusilado en el paraje de Bagumbayan (ahora Parque Rizal), cometiéndose así uno de los mayores errores de nuestra historia y siendo uno de los desencadenantes del desastroso 1898.


Sobre las cinco de la mañana, dos horas antes de la ejecución, llegó a la celda el padre Vicente Balaguer, acompañado de Josefina Bracken. Con la justificación de celebrar la boda por el rito católico. Pero nada más lejos de la realidad, ya que era la única manera posible de poder verso por última vez. En la despedida se abrazaron llorando y Rizal le hizo entrega a su ama de un libro.

Tres días después de ser ejecutado, Josefina se unió a las fuerzas revolucionarias, bajo las órdenes del General Pantaleón García, inspirando de esta manera a la guerrilla insurrecta, como una mítica guerrilla proveniente de la vieja Irlanda.


Ayudó a cuidar a los enfermos y heridos, pasó mucha hambre y se cuenta que luchaba descalza con un cuchillo en el cinto. Hasta que, viéndose amenazada ya punto de ser capturada, huyó a través de la selva y el barro en busca de las fuerzas en Maragondon, donde fue testigo de la Convención de Tejeros el 22 de marzo de 1897.

Tras la caída de San Francisco de Malabón (ahora General Trias), Josefina huyó con su cuñado, el General Paciano Rizal. Partiendo hacia la laguna de Bay, atravesando bosques enmarañados e inaccesibles montañas, descalza ya lomos de un carabao (buey).


Sitiada y sin escapada, fue llamada por el General Polavieja, ofreciéndole la opción de abandonar el país o ser sometida a tortura y encarcelamiento hasta su muerte. Siguiendo los consejos del cónsul estadounidense, marchó a Hong Kong en mayo de 1897. Regresando así a la casa de su padre adoptivo que siempre la amó con locura. Haré todo lo posible por ser bueno con tu familia, especialmente con tus queridos padres:

Las manos que nos cortan, no podrán levantar y besar;

pero nunca adoraran la mano que golpea.


Cómo hizo que las lágrimas volaran por mis ojos

cuando leí esas pocas líneas de ti.


Cariño, dime que piensas en nuestra querida y vieja cabaña

en Dapitan y en los muchos dulces que hemos pasado juntos.


Fragmento de una carta de Josefina a José Rizal



Tras el fallecimiento de su padrino, Josefina se casa de nuevo con el filipino Vicente Abad. Algunas narraciones indican que la pareja regresó a Filipinas en mayo de 1899. Después de algunos meses en Manila, se mudaron y se establecieron en la ciudad de Cebú. El lugar, para entonces, ya estaba bajo el control de los norteamericanos. Abriendo su marido la primera tienda de bicicletas en el lugar, un negocio que se dice floreció.



Amor, te amaré siempre. Amor, nunca te dejaré.

Serás siempre mi preciosa y yo serás sólo para ti; Nunca me separaré.

Corazón a corazón, nunca digamos adiós.


José Rizal

El rápido avance de la tuberculosis, sin duda contraída en los años de lucha, se hizo mella en el cuerpo de Josefina.


En la víspera del 14 al 15 de marzo de 1902, Josefina Bracken murió tranquilamente en Hong Kong, la tierra donde nació.


Fue enterrada en el cementerio de Happy Valley, no muy lejos de la tumba de su madre. Su esposo murió al año siguiente, de la misma enfermedad que Josefina, siendo enterrado en el mismo cementerio.


«¡Adiós, dulce extranjero, mi amor, mi alegría!».



© Todos los derechos reservados

miércoles, 16 de agosto de 2023

Juan sin miedo, simbología.



«Se busca valiente que no tenga miedo para pasar tres noches en el castillo embrujado. Aquel vencedor, podrá casarse con la bella hija del rey».



¿Qué es el miedo?


Dos definiciones aparentemente contrastantes capturan la esencia del miedo. El maestro del terror, Lovecraft, lo describió como «la emoción más antigua e intensa de la humanidad», especialmente el miedo a lo desconocido. En contraste, el psicólogo transpersonal Antonio Blay sugiere que el miedo es «el resultado de la ignorancia», y que el conocimiento elimina ese miedo.

Recuerdo que de niño escuché la historia de Juan sin miedo en un disco de vinilo, ese cuento de los hermanos Grimm quedó impreso en mi mente. La historia narra la vida de Juan, el hijo menor de un leñador viudo, y su viaje para descubrir qué es el miedo.


En un mundo dominado por la superstición, Juan no conoce el miedo debido a su mente racional y su búsqueda de respuestas. Cuando se le propone pasar tres noches en un castillo embrujado para ganar la mano de la princesa, Juan acepta, no por el premio, sino por el deseo de conocer el miedo.

Las noches en el castillo pasan sin que Juan sienta miedo ante la muerte o lo sobrenatural. La princesa, intrigada, vierte agua fría sobre Juan mientras duerme, causándole finalmente el susto que buscaba. Juan experimenta el miedo, una sensación de amenaza ante lo desconocido.


La búsqueda de Juan refleja el viaje del héroe, embarcándose en una aventura hacia lo desconocido para encontrar significado en la vida. Este viaje puede ser interno o externo, pero implica un crecimiento personal y una expansión del conocimiento.

Las tres noches en el castillo también tienen simbolismo. En la tradición, despertarse a las tres de la mañana conecta el mundo de los vivos con el de los espíritus. Las tres noches pueden representar un renacimiento o transformación del alma.

El número tres tiene significados profundos en diversas culturas. En la Biblia, se asocia con la unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En el tarot, representa la carta del Emperador, líder que guía a otros.


La escena del agua vertida sobre Juan es poderosa. El agua, símbolo de purificación y renovación, despierta a Juan de su ignorancia y temor. El acto ocurre en el lecho nupcial, sugiriendo un despertar sexual.

Esta historia atemporal y llena de simbolismo nos muestra que enfrentar lo desconocido y buscar conocimiento puede llevarnos a superar nuestros miedos y encontrar un nuevo entendimiento de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.

martes, 8 de agosto de 2023

Lewis Caroll, la historia de un amor imposible III




«No sé quién eres, pero no eres mi Alicia. Mi Alicia me creería». 

El sombrerero loco


Alicia Liddell, nació el 4 de mayo de 1852 en Westminster, Londres y falleció el 16 de noviembre de 1934, a los 82 años en Westerham, Kent, Inglaterra. 

Fue la cuarta de los diez hijos de Henry Liddell, decano de Christ Church en Oxford, y su esposa Lorina Hanna Liddell. La familia Liddell se mudó a Oxford en 1856, y poco después, Alice conoció a Charles Lutwidge Dodgson (Lewis Carroll) en un encuentro fortuito mientras él fotografiaba la catedral un 25 de abril de 1856. Desde entonces, Lewis se convirtió en un amigo cercano de la familia y especialmente de las tres hermanas: Lorina, Alice y Edith.


Lewis entretenía a las niñas con historias fantásticas y las fotografiaba, siendo Alice una de sus modelos favoritas. Sin embargo, a partir de cierto momento, algo ocurrió entre Lewis y la familia Liddell que rompió su amistad. Se ha especulado mucho sobre las razones, pero las páginas de los diarios de Lewis que abarcan ese período desaparecieron misteriosamente.


Se ha dicho que Lewis Carroll podría haberse enamorado de Alice, e incluso se rumoreó sobre un posible matrimonio entre ellos, a pesar de la gran diferencia de edad, ya que él tenía 31 años y ella apenas llegaba a los 12. Sin embargo, la verdad detrás de la separación nunca se ha esclarecido de manera fehaciente.

A menudo se ha dicho que Alice era claramente su tema favorito, pero hay muy poca evidencia de que esto sucediera así, pues nos faltan las páginas de los diarios de Lewis del 18 de abril de 1858 al 8 de mayo de 1862, que fueron supuestamente arrancadas por algún familiar, con la intención de que jamás se conociera la historia.

Cuando Alice Liddell empezó a crecer, Carroll además de retratarla empezó a salir con ella y sus hermanas; siempre con el permiso de los padres. En la correspondencia entre ambos, que no se encuentra completa, aparecen algunas carta y recuerdos de Alice, en los que rememora las caminatas ambientadas por las narraciones de Lewis Carroll.


Pero algo sucedió entre ellos dos, un hecho hasta ahora desconocido y que rompió la amistad de Lewis Carroll con la familia de Alice Liddell.

La única carta que se recuperó fue una en la que el padre de la niña le pide a Lewis que se aparte de la menor. Todo tipo de conjeturas se han creado en torno a esa separación repentina, algunos dicen que Lewis Carroll le pidió matrimonio a Alice y esos fueron los motivó del disgusto de los padres.

El escritor tenía 31 años mientras ella apenas llegaba a los 12 años.


Fue un episodio desconocido, que aún nadie ha podido concretar de manera fehaciente.

Unas páginas del diario de Charles, las que se referían a los días en los que se produjo el supuesto conflicto, desaparecieron con el tiempo. Mucho después, se descubrió una nota escrita, al parecer por una sobrina del escritor, en la que aclaraba que su tío (Lewis Caroll) se había enamorado de la institutriz de los hijos de los Liddell. Además de esta hipótesis, se barajaron otras más truculentas como una posible relación entre Lewis y Alice o alguna de sus hermanas.


También es posible que al existir una fotografía de Lorina completamente desnuda, esta fuese esta la causa del conflicto entre la familia Liddell y Lewis Carroll.

Fuera la razón que fuese, lo cierto es que aquella relación de amistad terminó de manera abrupta. Aunque, también es verdad, que Alice siempre mantuvo una relación epistolar con Lewis Carroll. Ambos disfrutaron del éxito de aquel relato de un día de campo, y que finalmente titulado como «Alicia en el país de las maravillas».

Años más tarde, Alice posó para Margaret Cameron en una serie de hermosas fotografías que han pasado a la historia. Realizó una gira por Europa con sus hermanas y despertó cierto interés romántico en el Príncipe Leopoldo, hijo menor de la reina Victoria, quien bautizó a su primera hija con el nombre de Alice.


Alice Liddell se casó con Reginald Hargreaves en 1880 y tuvieron tres hijos. Tras enviudar en 1926, enfrentó dificultades financieras y vendió un manuscrito que le había regalado Lewis Carroll en el pasado. Más tarde, conoció a Peter Llewelyn Davies, la inspiración para el personaje de Peter Pan.

Tras su muerte en 1934, Alice fue incinerada y sus cenizas descansan en el cementerio de la iglesia de San Miguel y Todos los Ángeles Lyndhurst.

Descanse en paz, nuestra querida Alice.

martes, 1 de agosto de 2023

Ventanas, un relato de R. Reina Martel.



Me hallaba atrapado, sin salida.

La habitación se encontraba en penumbra, y mis pensamientos saltaban de un rincón a otro. Entendí que, si seguía mucho tiempo así, ellos mismos se declararían la guerra, y eso no tendría vuelta atrás. Estaría atrapado en un habitáculo sucio y sin escapatoria, condenado para siempre.

El suelo estaba cubierto de migajas y negruzcos insectos luchaban por ellas. Las paredes se consumían entre la mugre y el moho. Tan solo tenía un camastro que ocupaba todo el espacio. Libros y ropa se amontonaban en las esquinas, en un caos aparente.

Así vivía, en un confín del mundo donde todo era estático y sin cambios, al menos desde que tenía recuerdos. Cada vez que mi mente se movía, aunque solo fuera para reconocer el terreno, el dolor me abrumaba.

Una punzada intensa comenzaba en mi cerebro, recorría mi pecho y me dejaba mareado tras una inhalación dolorosa. Mi estómago se retorcía de dolor.
Luego, iba al baño, pero no quiero ni mencionar lo que ocurría allí...

Así transcurría el tiempo, sin rumbo ni esperanza, envejeciendo en la más pura ambigüedad, sin atreverme a cambiar. Hasta que un día, el viejo marco de madera cedió, astillándose y permitiendo que un rayo de luz se filtrara. Me quedé atónito al ver las partículas de polvo bailando con la luz. Era fascinante, nada había sido tan importante en años.

Tumbado, extendí mi brazo y dejé que mis dedos se unieran a la danza de las partículas.

Entonces recordé la ventana, cuántos años sin abrirse. Lleno de rabia, tiré del picaporte una y otra vez hasta hacerme daño. La sangre corría por mi mano, pero ya no me importaba, la sangre era solo sangre. Continué tirando con desesperación hasta que finalmente cedió, y la ventana se abrió de par en par.


La luz entró de golpe. Cerré los ojos, respiré el aire fresco y sentí una limpieza que no recordaba. La vida regresó cuando ya no la esperaba, los poros de mi piel se erizaron, me quité la agujereada camiseta y dejé que mi pecho se sintiera acariciado por la brisa.
Lloré como un niño pequeño al ver la claridad del día, y entonces, todos aquellos pensamientos oscuros huyeron atemorizados.

Recobré el ánimo y miré la habitación nuevamente, pero esta vez ya no había sombras. Los pensamientos tenebrosos escaparon de la luz.

Entonces recordé que había puertas para entrar y salir, recordé que más allá de mi prisión había un mundo esperándome. Lo dejé todo atrás, ropas, pertenencias y mis queridos libros que habían quedado en silencio. Era hora de regresar y empezar de nuevo. Desnudo y con la piel de gallina, observé más allá de la ventana. Los árboles se dejaban acariciar por una suave brisa. ¡Cuánto tiempo había pasado sin dejarme acariciar!

El miedo no me vencería esta vez. Crucé la puerta en dirección al sendero que llevaba al bosque y, mientras me alejaba, le dije adiós a mi casa y prisión. Una ventana que desde afuera parecía un triste y soporífero agujero, me había devuelto a la vida.