sábado, 25 de junio de 2022

El Sutra del Corazón y la necesidad de paz.

 

Podríamos afirmar que uno de los textos más profundos que se hayan escrito es El Sutra del Corazón. Texto de referencia en multitud de escuelas budistas Mahayanas.

Eje, principio y final de la doctrina budista, se dice que su lectura apacigua y es capaz de otorgar la paz y tranquilidad anhelada, aunque pocos seamos capaces de entender su profundo significado.

Culmen de la sabiduría budista, el pequeño texto llega hasta nosotros a través de los siglos, y poniendo de manifiesto que su interpretación tan solo es asequible para los versados en la doctrina de la mente y el pensamiento.

Ha sido estudiado por los grandes filósofos modernos, siendo eje y punto de referencia para el estudio y el descubrimiento de la recién nacida «física cuántica».

Nadie ha conseguido superar lo que en estas breves líneas expone el pensamiento más arduo y profundo de Buda.

Sin embargo, no ha dejado de fascinarnos debido a su música, cadencia y un contenido que traspasa, tal como un meteoro en el espacio.

Bienaventurados sean quienes lean la oración.


SUTRA DEL CORAZÓN

¡Homenaje a la Sagrada Perfección de la Sabiduría!

Así oí en cierta ocasión, Buda el bienaventurado se encontraba en Rayhgriha, en la cima del Pico del Buitre, junto con una gran asamblea de monjes y de Bodhisatvas.

En aquella ocasión, el Bienaventurado estaba absorto en la concentración que examina todo fenómeno llamada «Profunda Iluminación».

Al mismo tiempo, el noble Señor Avalokitesvara, el Bodisatva, contemplaba la práctica de la Perfección de la Sabiduría, observando el vacío que rodea la existencia y la de sus cinco agregados.

Entonces, por inspiración de Buda, el venerable Sariputra, le dijo al noble Señor Avalokitesvara, el Bodisatva:

— ¿Cómo debe proceder un hijo de buen linaje, cuando desea adiestrarse en la práctica de la Perfección Profunda de la Sabiduría?.

Y el noble Señor Avalokitesvara, el Bodisatva contestó al venerable Sariputra de la siguiente forma:

—Sariputra, cualquier hijo de noble linaje que desee adiestrarse en la práctica de la Perfección Profunda de la Sabiduría, deberá hacerlo así: Aprehendiendo los cinco agregados como vacíos de sí mismos.

«La forma es vacía y el vacío es forma. Del mismo modo, sensaciones, conocimiento, principios y consciencia son vacías».

—Así pues, Sariputra, todos los caminos son vacíos, carecen de características ni diferencias, ni son producidos y no cesan jamás. No son impuros, ni inmaculados, ni deficientes ni completos.

Por tanto, Sariputra, en el vacío no hay forma, ni sensación, ni conocimiento, ni consciencia; no hay ojo, ni oído, ni nariz, ni lengua, ni cuerpo, ni mente; no hay forma visible, ni sonido, ni olor, ni gusto, ni tacto, ni objetos de la mente; no hay elementos visuales, hasta no haber elementos mentales.

Tampoco hay ignorancia, ni extinción de la ignorancia, hasta no haber envejecimiento ni muerte; por tanto, no existe el sufrimiento, ni su causa, ni su cesación, ni camino, ni sabiduría, ni logro, ni ausencia de logro.

Es por ello Sariputra, que al no haber logro, los Bodisatvas observan y confían en la Perfección de la Sabiduría, con sus mentes libres de oscurecimientos y de temor. Trascienden toda visión errónea y alcanzan al fin el Nirvana.

Todos los Budas de los tres tiempos, al confiar en la Perfección de la Sabiduría despiertan completamente a la suprema y perfecta Iluminación.

Por lo que debe conocerse el mantra del Prajnaparamita como el mantra del gran conocimiento, el mantra supremo, el mantra inigualable, el mantra que calma todo sufrimiento, la Verdad porque carece de error.

¡TAYATHA: GATE GATE PARAGATE PARASAMGATE BODHI SYAHA!


Entonces Buda surgió de su concentración y ensalzó al noble Señor Avalokitesvara, el Bodisatva diciendo:

—Bien dicho, bien dicho, ¡hijo de noble linaje!, así es hijo de buen linaje, así es. Tal como has enseñado deberá ser practicada la Perfección Profunda de la Sabiduría y todos se alegrarán.

Cuando Buda se pronunció así, el venerable Sariputra y todos los presentes, incluyendo ángeles, humanos, dioses y espíritus, quedaron complacidos y elogiaron las palabras del Bienaventurado.

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