domingo, 29 de enero de 2023

El "Sleepy Hollow" sevillano



Todo apunta a que la famosa leyenda de Sleepy Hollow de Washington Irving, le llegó desde Granada.

Supongo que no hará falta recordar que el señor Irving fue autor de «Los Cuentos de la Alhambra».
Sin embargo, se disponen datos de una antigüedad mucho mayor a las leyendas relacionadas con la conquista de Granada.

El mismísimo Cervantes menciona en «El coloquio de los perros» que el «Caballo sin cabeza» era una superstición popular muy extendida y con la que las viejas se «entretienen al fuego en las dilatadas noches de invierno en Sevilla».

Igualmente, Rodrigo Caro, en su estudio folclórico «Días geniales o lúdicros» (1626), hablaba de una Mula descabezada con la que se asustaba a los niños de la Sevilla del s. XVII.

¿De dónde surge pues dicha leyenda?

Vayamos pues al final del ciclo visigodo y a su último rey Rodrigo, traicionado en la laguna del Guadalete, cerca de la actual Medina Sidonia.

Se dice el conde Don Julián, gobernador de Ceuta, tenía una hija bellísima llamada Florinda, que llegó a Sevilla a principios del siglo VIII, con la intención de casarla con algún príncipe. En su estancia, el rey don Rodrigo, se quedó prendado de ella, y todas las papeletas nos hacen imaginar que mancilló el honor de Florinda.

Aunque también he de referir que parte de la leyenda también se ubica en Toledo y dice así;
«Florinda fue escogida, entre las doncellas del séquito real, como la destinada al servicio personal de Rodrigo, encomendándosele la delicada tarea de extraerle la sarna, cometido que realizaba, a diario, con un alfiler de oro. Tanta intimidad con el monarca acabó con la violación de Florinda. Indignada, la joven escribió a su padre, contándole lo sucedido. El conde don Julián acudió a buscarla y se la llevó con él a Ceuta».

A partir de ahí, la leyenda queda situada en Sevilla y en la que se pasó a llamar a Florinda como «la Cava» que quería decir, algo así como cierta prostituta elegante.

El mito dice que el palacio de la «princesa Cava» estaba en la actual calle Pagés del Corro; os recuerdo aquello de «La cava de los gitanos».

Su padre, el conde don Julián y en venganza se llevó a Florinda a Ceuta, donde reunió a un ejército de 13.000 jinetes, que atravesaron el Estrecho y se unieron a Witiza, traicionando de esta manera al rey Rodrigo. El rey godo peleó hasta el final, animando a unas tropas que, finalmente, acabaron huyendo.

Acabada la contienda, algunos supervivientes encontraron en la orilla del río, a Orelia, el caballo de don Rodrigo, muerto y asaetado; también hallaron su corona, sus lujosas vestimentas y sus zapatos, pero no su cadáver.

Desde entonces, Orelia y don Rodrigo, regresaban a Sevilla en busca de venganza, sin cabeza y aterrorizando a los niños, lo que podríamos interpretar como aquello que se suele decir; sin corona y sin reino.

¡Qué! ¿Cómo os habéis quedado?

martes, 24 de enero de 2023

Cambiar el mundo

 



Si cierro mis ojos, aún puedo evocar mi imagen y verlo; todo vestido de blanco y con una dignidad digna de las mejores historias.

Queríamos cambiar el mundo y lo más importante de todo; queríamos cambiarnos a nosotros mismos.

Entre aquella multitud de unas 3.000 personas, llegadas de todos los rincones del mundo, había una decencia incomprensible para los tiempos que corren.

Queríamos oír a quien sabe más que nosotros. Increíble, ¿verdad?

Además, éramos capaces de reconocer a quien ha recorrido un camino y tiene algo que decirnos. ¡Qué cuestión tan difícil!

Todos deseábamos emprender una vía; llámese espiritual o de conocimiento, que en suma no representa más que el camino hacia la felicidad.

Fue en Saanen, Suiza y más concretamente un jueves 25 de julio de 1985.

Ese día lució el sol y Krishnamurti debatió sobre una pregunta simple y que sorprendentemente no aporta ningún dividendo; ¿Qué es la belleza?

lunes, 16 de enero de 2023

Los Sueños de Lubna



Dibujo de Mourad Chaabad

«Aunque por amor se inclinara hacia mí
desde su trono excelso
la luna de la noche oscura,
nadie, excepto tú podrías seducirme.
¡La paz sea contigo, mientras dure este amor
que nosotros ocultamos y que así se nos revela!».

Ibn Zaydun
Año 987, Califato de Córdoba.


Ha pasado una eternidad y mis recuerdos disienten contenidos, en un lugar desde donde me pregunto;

    — ¿Puede alguien nutrirse de una ilusión ya sucedida?

    — ¿Cómo se puede vivir apartada de aquella brisa, colmada de caricias y aromas?

Hace mucho tiempo de esto... todo comenzó antes de que se empezara a morir el Nasir (Abderramán III). Más sucediera que el amor de mi vida, su hijo el príncipe Al-Hakem, fue elevado al trono como Califa de la más gloriosa corte de la tierra.

Era un día lluvioso de otoño, en el palacio de Madīnat al-Zahrā.

Al-Hakem, el hijo y mi amante ...

Y fue mi amor. además de hermoso y cuidado, un príncipe apasionado por las ciencias, las letras y las artes. Cuyos libros coleccionaba con afán y esmero, haciéndolos traer desde Persia, Siria, Arabia, Egipto y África.

Y así llegó a conformar la más grande biblioteca de su tiempo en Merwan, «el palacio». Más de cuatrocientos mil volúmenes procedentes en su mayoría de Bagdad y Damasco se guardaban en Madīnat al-Zahrā. Llegando a pagar, hasta mil monedas de oro por un libro de poesía del gran Abu'l-Faraj al-Isfahani.


Llevó su pasión por el arte a tal extremo, que su palacio se convirtió en hospedería de los mejores pendonistas, miniaturistas y encuadernadores de su tiempo. La hermosura de los papiros y el olor a tinta, recorrían los pasillos del palacio. Más algunas veces reconozco que el aroma de las flores de Medina me llamaba escabullendo y buscando refugio, entre las soledades de los balcones y sus enredaderas.

Aquel sueño duró 15 años, suponiendo la gloria y la evocación más hermosa y plena que mujer alguna pudiese albergar.

La ciudad de Córdoba contaba entonces con más de doscientas mil casas, seiscientas mezquitas con sus respectivas escuelas infantiles, ochenta escuelas de enseñanza superior, novecientos baños públicos y cincuenta hospicios.

Se explotaban piedras preciosas, oro, plata, azogue, cobre, hierro, plomo, coral de las costas de Andalucía y perlas traídas de Tarragona. Córdoba era, por entonces, una ciudad encantada.


Y hubo entonces, un canto que se entonaba así;

«Las espadas y las lanzas, se convirtieron en azadas y rejas de arado….
Hasta los más engreídos y encumbrados nobles,
competían por el jardín o la huerta
y no menos guerreros de ilustres
vencedores de cruentas batallas
se convirtieran como por arte de magia,
en burdo campesinado».

Su esposa fue la más grande enemiga a la que hube de combatir; la sultana Sohbeya de belleza inconmensurable, pero de reducida intelectualidad y conocimiento. Cuya única ventaja sobre mi persona, fuera el haber otorgado un hijo al príncipe; ¡Ay, el malogrado Hixem!

Fui consejera, amante y secretaria personal del príncipe, intenté pues ser la más grande en excelencia y saberes. Pues la poesía, la aritmética, la gramática eran menesteres de obligada forma para poder convivir entre la realeza de mi añorado mundo Andalusí.

Amaba también con fervor a Fatima, mi ayudante y colaboradora; la más grande ilustradora de nuestro tiempo. Menuda, morena, de agraciadas formas y caligrafía exquisita; la cual siempre me alimentaba de historias tiernas y amorosas. Hija de un trabajador de la casa del Califa Ayja, cuya aura poética la predestinara desde el nacimiento.

Estaba también Rhadia conocida como «La estrella feliz», la admiración y envidia de todo el Oriente. Ella era mujer de ancho mundo, a diferencia de todas nosotras; y en las noches de verano desde los balcones de Medina pasábamos horas y horas envueltas entre el hechizo y el deleite de su voz.


Esta era mi vida además de pasear y cuidar de cuanto rodeaba a mi Príncipe, e inspeccionar el trabajo que se producía en los arrabales. Donde cientos de mujeres copistas, se entregaban con devoción a la transcripción del pergamino y a la belleza de la escribanía, dedicadas por entero al cultivo de los ángulos, los colores y las curvas.

Más todo sueño tiene un despertar.

Sufrió mi príncipe un ataque de hemiplejía y ni los más insignes doctores pudieron hacer nada, por impedir el fatal desenlace.

Y se sabe que toda creación tiene un límite y que el mundo debe continuar su paso y el círculo debe de rotar. La barbarie llamaba a la puerta de Merwan, nuestro palacio, donde olvidamos que somos mortales.


Trás su muerte, le sucediera en el trono su hijo Hixem, con tan solo once años de edad. Desatándose la batalla entre los podridos enuncos que constantemente ensombreciendo la corte. Nadie pudo detener al nefasto Almanzor que encubriéndose en Hixen, se nombró a sí mismo como consejero directo. Asumiendo. De esta manera, todo el poder del califato.

Y donde habitaba la flor, habitó la espada; y donde el murmullo y los versos colmaban el aire, resonó el grito de guerra y las aves palidecieron.

Los libros y saberes que con tanto afán manteníamos, sirvieron para sufragar los primeros gastos del combate.

Mi biblioteca... todo el califato fue usurpado y como una enfermedad contagiosa, se desató la intolerancia y el fanatismo.

Las más insignes obras del saber humano, sucumbieron una noche de verano; en lo que pocos meses antes era una agraciada plaza cordobesa. Festejándose el daño, consumiéndose la pena en el fuego de lo que tan afanosamente habíamos levantado.


Más Isbilya (Sevilla) tampoco fuera recurso de escape para la sabiduría, pues aquellos ejemplares que pudimos salvar de la barbarie, encontraron un final similar años después, en otra plaza sevillana.

Rhadia «la estrella feliz», marchó para el Oriente; en donde su brillo y palabra continuaron alumbrando el mundo.

Fátima mi único consuelo, volvió a la casa de Ayja buscando el recurso del amparo y los felices recuerdos de la infancia.

Y sin amante, ni lugar, enmudecí para siempre. Así pues, me mantuve en el más cruel de los anonimatos para el resto de mi vida. Encontrando refugio en un viejo palacio de la ciudad de Qarmuna (Carmona), en casa del gramático Masluma que me ofreció protección.


Todas las noches me pregunto mirando hacia Córdoba, bajo una vieja puerta de otro imperio caído;

    — ¿Dónde quedó mí Córdoba lejana?

     ¿Dónde quedaron los perfumes de Medina, los cantos de los cisnes y el querer de mi amante?

El dolor es inmenso ahora para quien conociera el paraíso, los cielos y la gloria.

Olvido para quien pervive desposeída de tanto que fue y vivió. En una fría corona, como también le llaman a esta ciudad vacía y silenciosa; y qué, sin duda alguna, se halla más cerca del cielo que de la tierra.

sábado, 14 de enero de 2023

Las cinco pieles de Hundertwasser


«Friedensreich Hundertwasser»
«Reino de la Paz con Cientos de Aguas»

Nació en Viena, en 1928 y murió en el año 2000; siguiendo su voluntad, fue enterrado sin un féretro, en el interior de la tierra. Sobre su sepultura se plantó un árbol.

Según su creencia; «Ahora vive en el árbol que crece sobre el lugar de su regreso a la Gran Madre».


Primera piel: La epidermis

Hundertwasser significa «Cien aguas», los otros dos normes que este artista eligió para si son: Friedensreich y Regentag, es decir —Hundertwasser entre el reino de la paz y el día de lluvia—.

«La epidermis es la zona membranosa más cercana al yo interior, la que encarna la desnudez del hombre y del pintor». Los discursos como «al desnudo» en 1967, reclamando el derecho a la «tercera piel», no sólo enfrentaba a la sociedad, sino que imponía el lienzo de los cuerpos para pintar en él lo que nosotros somos.

Esa primera piel no sólo es la de la epidermis, sino la piel de la infancia: ese lugar en el que nos conformamos a nosotros mismos. Hundertwasser decide aceptar esa su primera piel: «Como hijo único, me sentía responsable hacia los demás, quería demostrarles que sabía pensar, actuar, ser… mejor».

Al aceptar esos defectos, esa primera piel, aprende a aceptarse a sí mismo. Así llega a su principal descubrimiento: El camino a la felicidad a través de la belleza.


Segunda piel: La ropa

Hundertwasser deja su país en 1949 para seguir su destino; llega al Norte de Italia donde conoce a René Brô al que seguirá a París. En París descubrirá un circuito artístico paralelo y oculto al que regentaba la Escuela de París. Según sus propias palabras; «En este círculo el arte tiene la sencillez y la experimentación del que está libre».

Hundertwasser fabrica su propia ropa. Su figura desgarbada, la vestía con fragmentos de diferentes telas, comenzando a ser familiar en las exposiciones y eventos. Su ropa pretendía denunciar los tres males de la segunda piel: «La uniformidad, la simetría en la confección y la tiranía de la moda».


Tercera piel: El hogar

Esta es la más compleja de las ideas de Hundertwasser y a la que dedicó más tiempo a lo largo de su vida para poder explicarla es más sencillo recurrir a sus propias palabras:

    » Algunas personas dicen que las casas consisten en paredes. Yo digo que las casas consisten en ventanas. El que vive en una casa debe tener derecho a asomarse a su ventana y a diseñar como le apetezca todo el trozo de muro exterior que pueda alcanzar con el brazo. Así será evidente para todo el mundo desde la lejanía, que allí vive una persona. Cualquier clase de diseño personal es mejor que la estéril muerte.

    » Nuestras casas están enfermas desde que existen planificadores urbanos dogmáticos y arquitectos de ideas fijas. Todas estas casas, que tenemos que soportar por miles, son insensibles, carecen de emoción, son dictatoriales, crueles, agresivas, lisas, estériles, austeras, frías y prosaicas, anónimas y vacías hasta el aburrimiento. Nuestras ciudades son la realización de los caprichos dementes de arquitectos criminales que nunca hicieron el juramento hipocrático de la arquitectura: me niego a construir casas que puedan dañar a la naturaleza y a las personas. Un buen edificio debe lograr unir dos cosas: La armonía con la naturaleza y la armonía con la creación humana individual. Somos simples huéspedes de la naturaleza y deberíamos comportarnos consecuentemente.

    » La naturaleza debe crecer libremente donde cae la lluvia y la nieve; lo que está blanco en invierno debe ser verde en verano. Todo lo que se extiende en horizontal, bajo el cielo, pertenece a la naturaleza. En las carreteras y los tejados deben plantearse árboles. La relación entre el hombre y el árbol tiene que adquirir proporciones religiosas. Así, la gente entenderá por fin la frase: la línea recta es atea.

A lo largo de su vida Hundertwasser diseñó, construyó y reparó edificios en diferentes países con su idea y discurso en mente. Emparentadas con la arquitectura de Gaudí y otros arquitectos; surgieron casas, apartamentos, museos, iglesias ecuménicas, centrales térmicas, balnearios, jardines de infantes y restaurantes. Tal como en aquella primigenia espiral, capaz de romper la línea recta y les da tanto al individuo como a la naturaleza; un hogar para amar; techos cubiertos de césped, paredes cubiertas de colores al igual que un rompecabezas; ventanas desiguales, al igual que sus timbres y cerraduras. Así, aprovecharíamos la variedad de la fabricación en masa, adaptándose a paredes y suelos irregulares y árboles inquilinos viviendo en los balcones, son las características fundamentales.


Cuarta piel: El Entorno Social y la Identidad

Hundertwasser fue hijo único, pero siempre estuvo rodeado de un círculo de amigos íntimos, con los que no sólo compartía la amistad, sino que eran sus colaboradores en todos sus trabajos.

Para Hundertwasser la identidad no estaba conformada sólo por quien somos, sino también de quienes nos rodeamos, siendo la familia y los amigos, un círculo menor, que se ampliaba hacia la vecindad, la región y el país. Opuesto a la Comunidad Europea, como una despersonalización en gobiernos y decisiones. Abogó por la paz de Palestina, creando una bandera que aunaba la estrella judía con la luna árabe en lo que llamó: «Bandera de la paz para la tierra prometida».

También se dedicó a trabajar con elementos de identificación nacional como las banderas, estampillas e incluso matrículas de coche que dentro de la normativa respetasen el origen regional de cada persona.


Quinta piel: El Entorno Mundial, Ecología y Humanidad.

Ciudadano austriaco y de nacionalidad neozelandesa, hasta los últimos años de su vida Hundertwasser solía dar al año dos vueltas al mundo a bordo de su barco Regentag (día de lluvia), para mantener al ritmo del planeta. Sus campañas siempre trabajaron en pro de la ecología, contra el racismo y a favor de la paz, sin adscribirse ni dejarse influir nunca por partidos políticos o tendencias ideológicas. Desde los años 80 estuvo apoyando constantemente campañas contra la energía atómica, a favor del uso del transporte público, la plantación de árboles o la defensa de la lluvia. Una nueva forma de arte se plasmó en la producción masiva de carteles y posters de gran calidad para diversas campañas en diferentes regiones del planeta. Siempre trabajando y apoyando a diversas causas, Hundertwasser parecía estar en todas partes. 

«La quinta piel se extiende hasta el infinito»

miércoles, 11 de enero de 2023

Tomás Sánchez Rubio y sus hojas tristes.


Ateneo de Sevilla, hoy a las 18:00 horas.


Desde ese insigne lugar, cuna del 27 y sueño de Sales y Ferré, Tomás nos hablará de su libro, nos contará mil y una historias y hasta puede que nos lea alguno de sus relatos.
Su mirada nostálgica —carita de niño bueno—, embaucará el acontecer de nuestro día y con un juego prestigioso, de esos que solo saben hacer los magos, y sin que apenas se aprecie, nos ubicará en lo más dulce de nuestra memoria —en nuestra zona más humana—; colmándola de aromas de pinos y damas de noche.

Tomás representa ese profesor bueno que uno nunca tuvo, la mirada a un pasado amable que nos sostiene y salvaguarda de un presente borroso y confuso.

Tomás representa ese sostén, esa zona mítica en la que se mantienen las fábulas y las quimeras; dado que el mundo de Tomás es otro mundo y, por lo tanto, la razón de ser y de todo escritor que se precie.

Sin vida interior nada hay que contar y Tomas mantiene un firmamento dentro de sí, un planetario en el que muy pocas personas tienen cabida.

A Tomás le salva la evocación de un paraíso; puede que, en Hinojos —tal como la mítica Tartessos—, en el recuerdo de los cines de verano, en la literatura clásica y romántica, pero… por encima de todo en la figura del padre, tal como la gran historia literaria nos subscribe.

Lourdes le enseñó a montar en bicicleta, los secretos de los museos, la salida que ofrecen los angelitos, además de su colección de muñecas y su pasión por Valdés Leal, pero, sobre todo, le enseñó a mirarse a través de ella.

Él le entregó a ella los secretos de Odiseo, la voz de Orfeo, el canto de las sirenas, además de un paseo sobre un mar plácido, bajo las estrellas, y en donde unas islas eternas se mantienen sostenidas en el tiempo.

Él le ofreció a ella un viaje a Ítaca, un laberinto de hojas que, aunque denomina tristes, representan un bálsamo para el alma y un deleite para el espíritu.

Con todo mi cariño.

martes, 10 de enero de 2023

El Parsifal de la calle Alhóndiga

 


Ayer estuve recordando la primera que vez que oí el Parsifal de Wagner, fue en una vieja casona de tres plantas en la calle Alhóndiga de Sevilla. Yo subía unas escaleras —o las bajaba—, ahora no lo recuerdo bien.

El caso es que su preludio, aterciopelado y digno de una pieza de orfebrería, llegaba a mí, tal como una mítica nebulosa, desde la zona superior.

Era esta una casa extraña y laberíntica, como las de Cortázar, que se dividía en estancias y cuyo eje central convergía en una planta acristalada, en donde se compartía la cocina y el baño.

Las habitaciones eran de dimensiones majestuosas, dignas de una película de Visconti, de techos enormes y rematadas por un minúsculo balcón que daba a la estrecha calle.

Recuerdo que, mientras sonaban los primeros compases del preludio, tuve la sensación de caminar suspendido sobre una nube de algodón.

Corrían los años ochenta, esos benditos años ochenta, y en la esquina de la calle Alhóndiga había una taberna que contenía ese olor a cerveza; ese olor que tan solo es capaz de guardar las viejas tabernas sevillanas.

Regentaba la susodicha taberna mi amigo Pepe —aquel que lucía siempre su delantal inmaculado—, regordete y de unos mofletes tan colorados que parecía habérselos pintado a posta. Allí, tan solo se degustaba cerveza y altramuces, el mundo era mucho más sencillo por entonces.

—La memoria, a veces, se convierte en un depósito, un bálsamo amable—.

Ayer, terminé de leer «Nací» de George Perec, por supuesto que era este el libro al que hice referencia y destinado a trasladarme a París sin necesidad de avión. Continué con las labores en el huerto y en la tarde trabajé recomponiendo mi destartalado blog.

Hoy, quizás me llegue a la playa, necesidad de hablarle al mar diría Alberti, y luego, tras descansar, me refugiaré en la Sonata de Otoño de don Ramón del Valle Inclán, un viejo ejemplar de 1963, y es que ya lo he dicho; donde habité la memoria que se olviden las tablets, ebooks y demás formatos indecorosos.

lunes, 9 de enero de 2023

La Sevilla de los niños perdidos.


Los niños perdidos.

Se cuenta que a finales del siglo XV Sevilla era una ciudad devastada, tanto por el continuo tránsito de soldados que partían hacia Granada, como por las continuas desavenencias entre los nobles castellanos.

Sucedió que, de manera alarmante, comenzaron a desaparecer niños y el terror se apoderó de la ciudad.

Nadie sabía que sucedía.

Culparon a los judíos, gitanos, moros y hasta el mismísimo diablo, pero lo cierto es que cada noche desaparecía un niño.

Las madres los llevaban a las fuentes y no se separaban de sus cunas. El llanto asoló la ciudad y el misterio de los niños perdidos persistió durante mucho tiempo.

Ahora, hagamos un inciso y detengámonos un momento para hacer referencia al último tramo de la leyenda, pero téngase en cuenta que todo mito se transmuta con el paso del tiempo, hasta quedar establecido como verdadero.

Dispongo de datos de una antigüedad inconmensurable, y puede que el principio de toda esta historia sea anterior a la llegada de Roma, pero…. como ya he dicho, quedémonos con la versión más actual.

Resulta que se presentó en casa de don Alfonso de Cárdenas —regente de Sevilla— un presidiario dado a la fuga, alardeando de conocer el secreto y de esta manera poder resolver el enigma.

Este hombre que había llegado desde la Villa de Marchena a la cárcel real de Sevilla, la misma en la que pernoctó Cervantes siglos después, y había conseguido huir a través de los profundos pasadizos sobre los que descansaba la ciudad de Sevilla.

Abandonado por el Duque de Arcos —recuérdese que este se unió a don Pedro de Pacheco y apostó por la Beltraneja en vez de la "Católica", por lo que, una vez solucionado el conflicto con los Reyes, el golfo del Duque abandonó a su suerte a sus hombres, dando la mayoría con sus huesos en la cárcel—, pero sigamos y no nos desviemos del tema...

Tal como nos dice la leyenda, el fugitivo cruzó laberintos conformados por los siglos hasta toparse con una enorme serpiente.

No dando crédito a la historia, don Alfonso le prometió la libertad, además de una generosa cantidad de dinero en caso de que esta fuese cierta, aunque en caso contrario pagaría con su vida tal desfachatez.

Una corte aproximada de cincuenta hombres, guiados por el fugitivo, cruzaron Sevilla bajo el subsuelo.

De los cincuenta regresaron treinta y siete que fueron los que dieron muerte al monstruo. La serpiente o dragón era de tal magnitud que fue imposible sacarla, por lo que su cadáver descansa bajo la calle que lleva su nombre.

Desde entonces ese lugar es recordado como calle de la sierpe, aunque tal como me he referido, la leyenda viene de antes, mucho antes…

sábado, 7 de enero de 2023

Fin de ciclo




Muy buenos días.

Hoy voy deprisa, dado que tengo que llevar a Marta al aeropuerto.

Ha sido un tiempo maravilloso, ensombrecido por la tragedia de Marchena, y es que, al parecer, a uno tan solo le queda el dejarse llevar y ofrecer la respuesta adecuada a cada momento; tragar saliva, mirar hacia otro lado e intentar continuar caminando.

Ruego disculpéis si denotáis algún error en la expresión, voy deprisa…

Pasaron los Reyes y dejaron montones de regalos, se han portado generosamente. Lo mejor, quizás, un viaje a La Toscana y un almuerzo en el mejor restaurante de por allí.

Dice mi hija que es hora de que escriba algo de Italia.

Un portafolios de cuero, para poder llevar mis escritos, de un lado a otro.

Un libro que me llevase a París sin necesidad de avión.

Un pantalón y un chaleco con capuza.

Unas cartas del tarot que hablen de paraísos perdidos.

Y, lo más importante, unas zapatillas de invierno que den cobijo a mis pies; ese era el regalo imprescindible.

Por otro lado, se va superando el catarro que parece haber surgido de la serie «Los inmortales».

Recurrí a Matorral, mi amigo de la sierra, el ermitaño, y este me aconsejó una retirada del mundo; además de una cucharadita de polen, zanahorias, fruta triturada miel con limón e infusión de tomillo.

Insistió en que qué cerrara el ciclo y pusiese un final al proceso. Eso era de urgencias, me dijo.

La cosa va dando su resultado y la tos comienza a ceder.

Marcho, he de llevar a Marta dirección Barcelona, para poder regresar a Bristol.

Año nuevo, vida nueva.




miércoles, 4 de enero de 2023

Noche de Reyes



Edward Burne Jones
La adoración de los Reyes Magos

Noche de Reyes.

Debía yo de andar por los cinco años cuando me dio por ejercer de detective; aún se manifiestan algunas escenas con cierta nitidez en mi mente.

Recuerdo mirar por la ventana de mi piso de Coria del Río, por si disponía de la fortuna de poder ver a los pajes que anticipaban la llegada de los Reyes Magos.

Lo recuerdo con una claridad absoluta.

Ya más tarde, las investigaciones consistieron en averiguar la veracidad de dichos personajes. Se presentaban pruebas ante mí, ciertos rumores entre los críos; de que aquellos que depositaban los regalos eran nuestros padres.

Yo no quería creerlo, por nada del mundo quería creerlo.

Recuerdo levantarme, junto a mi hermana, y correr al salón sobre las seis y media de la mañana de un seis de enero; he tenido la fortuna de disponer unos padres generosos, pero, sobre todo, el de poder disponer de la imaginación de mi padre.

Me encontraba en ese punto de transición en el que el niño deja de ser niño, y que según cuentan, los más adversados psicoanalistas, eso debe de ocurrir a la edad aproximada de los siete años.

Y yo, no quería abandonar ese mundo luminoso.

Este año, en el que he vuelto a formar parte de un jurado de cuentos infantiles sobre la navidad y lo he vuelto a comprobar.

Al leer sus historias he regresado de alguna manera a esa mente clara y limpia del niño, esa mente que aún no ha sido pulida, ni manipulada por las neurosis de sus mayores. En este sentido, puede que Antonio Blay llevara razón, aunque yo no las tengas todas conmigo.

Él decía que existe un principio de totalidad en la mente primaria, un principio de luz que posteriormente se va alterando, contaminando; tal como si la mente fuese el software de un ordenador, y esa capa de verdad, de claridad absoluta, se interrumpe en la intersección con el otro —encrucijada le llamaría yo—; proyecciones e introyecciones nos diría el gran Perls.

Hoy, pido regresar, regresar a esa mente inocente, esa mente que se alimentaba de mundo fastuosos y personajes de fábula en mundos de ensueño.

No le pediré más al día, ya con eso voy bien servido.

Es muy difícil para mí leer la portada del País, el Mundo o de cualquier otro diario cada mañana y, sin embargo, me obligo a ello... pero hoy… le pido al destino que me deje disfrutar de mis Reyes Magos y de esa estrella limpia y pura que los guía; ya que, al fin y al cabo, no representa más que el principio y final de todas nuestras excedencias.

martes, 3 de enero de 2023

Green Book, y nuestro ciclo de películas navideñas


 Ayer, dentro del ciclo que hemos seleccionados para películas navideñas, le tocó el turno a este film «Green Book» de Peter Farrelly, al que ya conocíamos por sus delirantes comedias.

En este caso, el planteamiento es bien distinto, nos enfrentamos a una película que denuncia, con su sentido del humor, eso sí, a Farrelly que no le falte, pero donde dos grandes de la pantalla se comen al director enterito.

La magistral interpretación de Viggo Mortensen, junto a un Mahershala Ali, que apuesta con paso firme a pasar a ser uno de los grandes actores de nuestro tiempo.

Una interpretación que supera los simulado y nos lleva hacia un encuentro con lo amistoso, y que sin duda supera el papel asignado a cada uno de ellos por Peter Farrelly.

Un canto a la amistad, al encuentro entre dos seres los más alejados del universo.
Uno; un matón del Bronx, y el otro un pianista de música clásica, internacionalmente reconocido, que vive alejado del mundo, en una nube que él se ha levantado para escapar de la realidad.

Viggo Mortensen hubo de poner cerca de treinta kilos para interpretar el papel, con eso ya vamos viendo la seriedad con que se tomaron la cosa, eso sí, reparte ostias al estilo Bud Spencer con una facilidad que nos hace templar las pantorrillas. Come asquerosamente y se pasa media película en calzoncillos y con una corta camisa interior que le permite lucir su indecoroso vientre.

Mahershala Ali, interpreta a una persona elegante, extremadamente refinada y en la que cada paso está calculado.


Ambos han de bajar al sur, a la zona más prejuiciosa de Estados Unidos; uno como chofer y el otro como empresario contratista, a ambos les separa un firmamento, pero poco a poco, y conforme se van introduciendo en la aventura, las situaciones les obligan a interactuar; como ejemplo, el chofer le muestra la música de Little Richard o Ray Charles, entre otros, y el pianista, la de Franz Liszt o Chopin.

El libro verde es la guía para poder cruzar un «negro» el sur. En él se muestran los bares y moteles en donde le está permitido pernoctar a una persona de color, y mientras que el chofer y el grupo de música acompañante lo hacen en hoteles de lujo, la figura estelar pasa las noches solitarias bebiendo en moteles de mala muerte…

La interacción entre ambos me lleva a recordar algunos mitos literarios que hablan de la amistad entre dos hombres; ese camino iniciático tan bien descrito por Herman Hesse en algunas de sus obras; como Demian o Narciso y Golmundo. Aunque en estas haya separación y reencuentro. Aquí no, en esta película no hay descanso.


Un film hermoso, duro a veces, con una música soberbia y un mensaje, sobre todo un mensaje, que nos hace cuestionar el sentido de cuanto somos capaces de aportarnos el uno al otro.

La película está basada en el viaje que realizó el pianista Don Shirley en la década de los sesenta al viejo sur estadounidense.

domingo, 1 de enero de 2023

Felicidades, Marta.

 



Felicidades querida hija, por esos 27 años a mi lado y que han supuesto lo mejor de mi vida. Siempre llevaré grabado ese primer instante en que te depositaron en mis brazos.

Por ti sin duda soy mejor persona, endulzaste mi carácter y diste un sentido a mi vida; aún recuerdo esos paseos en cochecitos los dos solos por Sevilla, cuando ni tan siquiera andabas.

Te cambiaba de pañales en los servicios de la librería de "El Corte Inglés" en la Plaza del Duque, que siempre estaba muy limpios y las dependientas eran muy simpáticas y me dejaban pasar.

Te llevaba de jugueterías y recorríamos todas las tiendas de chuches del centro de Sevilla, mientras yo me acercaba al sindicato a recoger los informes semanales.

Hemos llevado muchos proyectos juntos, como aquel «Certamen de Expresión Artística y Salud Mental», en la que fuimos seleccionados.

Has estado siempre a mi lado y yo al tuyo, por lo menos hasta donde me has dejado, que es como debe de ser.

Ahora, se ven cumplido todos mis sueños; eres una mujer honesta, digna y con la cabeza bien amueblada. Diriges una ONG en Bristol, llamada Borderlands, en la recibes a personas necesitadas.

Tú le ofreces cobijo, ropa, alimentación, hospital e incluso entretenimiento y diversión con tus jornadas gastronómicas de los jueves y por la que ya han pasado todas las Estrellas Michelin de la zona.

En ese saber llegar y mantenerte, has colmado todas las expectativas de un padre.

Abogada y defensora de los derechos humanos, doctorada, delegada en Europa de no sé qué… y mil cosas más que mi mente no puede ya guardar; he de manifestarte que aún nos queda mucho por vivir y mucho por hacer en este mundo roto por la codicia.

Mi mensaje siempre ha sido este: "Vive la vida, que es una y no la dejes escapar en ideales abstractos que no aporten felicidad interior ni complacencia para con uno mismo".

La vida es bella, ya lo dijo Roberto Benigni en esa hermosa película que nos hizo llorara a ambos, ¿recuerdas?