sábado, 11 de junio de 2022

Pepe y el tambor de hojalata

 


«No podemos vivir el atardecer de la vida
con el mismo programa que el de la mañana».

Jung

Llegaste a la Residencia hace más de veinte años, puede que hasta veinticinco. Ya no hay quien lo recuerde, pasa tan deprisa el tiempo...

Los ancianos que llegan a las Residencias no suelen dejar huellas, pasan sigilosos, como si nunca hubiesen sido jóvenes, ni hubiesen deseado un futuro y ni tan siquiera hubiesen habitado.

Este caso es bien distinto, Pepe llegó maltratado por vida, había sufrido el infierno. Padecía cierto trastorno emocional, su mente era la de un niño que tan solo había vivido la incomprensión y el daño.

En la Residencia te encontraste a ti mismo y fuiste querido; Enfermeros, Auxiliares, Servicio Doméstico, Cocineros, Ordenanzas, Mantenimiento… todo el mundo te quiso y te adoró. Que tu alma vaya ahora con Dios, que los ángeles, si es que existen, te acojan y contigo a todos esos ancianos desconocidos.


Llegaste de un pueblecito de la sierra de Málaga y rápidamente te hiciste con un tambor de hojalata, como el de la película, y no parabas de tocarlo por toda la Residencia, volviendo loca a Mercedes la telefonista que pacientemente te decía; 

—Date una vueltecita Pepe.

Luego le tocó el turno a la flauta y la trompeta, desfilando por los pasillos mientras coloreabas los mofletes.

Te escapabas de la doctora y venías a cocina por almendras, caramelos y plátanos que te escondías en los bolsillos.

Contigo se va un tiempo hermoso, representabas lo mejor de nosotros mismos y cuando la vida mejor te lo ponía, llegó ese giro inesperado y con el vino tú hermano...


— ¡Muy malo mi hermano! —nos decías.

Te tocó llevarlo en su silla de ruedas y cierto día liberaste las heridas al soltar la silla y estrellarlo en caída libre por una rampa del viejo mantenimiento.

Todos te reñían mientras levantaban al anciano caído, sin embargo, tu reías como un niño pequeño. Al fin te habías vengado de tanto maltrato y tanto padecimiento sufrido.

Ve con Dios y toca de nuevo el tambor y la trompeta ahora con más fuerza todavía, que te oigan todos desde el cielo y no nos dejes caer en esta ingratitud y falta de bondad que ha llegado tan de repente, los unos para con los otros.

2 comentarios:

  1. Cuando la compañía es hermosa, veinte años pasan como un suspiro, se marchan pero nos dejan lo mejor de sí.
    QPD

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    1. Pepe fue una persona especial, que encontró en la recta final de su vida una casa. Muchos de nosotros pensamos que su alma nos cuida y sigue recorriendo los pasillos. Si no, hubiese sido imposible...

      Gracias, Camila.

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