domingo, 29 de mayo de 2022

Picasso, anécdotas y misterios en Horta



«Todo lo que sé, lo he aprendido en Horta»

Picasso

En 1898 Pablo Picasso enferma de escarlatina en Madrid y en plena recuperación se marcha al pueblo montañés de Horta de Sant Joan, provincia de Tarragona. Tenía por entonces 15 años de edad.

La mayoría de los libros biográficos del pintor mencionan dicha estancia con un simple; «Allí Picasso se encontró así mismo». Ridículo enunciado para tan importante espacio de tiempo. Lugar donde el genio cambió literalmente su modo de expresión plástica.


¿Qué ocurrió en dicho lugar?

Picasso acudió a Horta invitado por su amigo Manuel Pallarés, su estancia en el pueblo le dejó una profunda e intensa huella. Tanto que volvió diez años después cargado de fama y dinero.

Picasso tuvo una aventura extraña, algo parecido a una experiencia mística. Según se cuenta dicha experiencia fue plasmada en un lienzo en esa segunda visita y lo ofreció como regalo a quien le había ofrecido hospitalidad, Tobías Membrado. La pieza nunca vio la luz ni fue exhibida públicamente. Hoy es pura leyenda.


La historia dice que Picasso y su amigo Pallarés recorrían juntos aquellos alrededores, visitando el monasterio de San Salvador, al pie de la montaña de Santa Bárbara. A medio camino existe una cueva donde ambos pernoctaron varios días; quizás motivados por la inspiración que les produjera el viejo maestro Cezanne y sus dibujos sobre la montaña de Santa Victoria, junto a los escritos del poeta de moda, David Tohureau.

Con el afán de emulación y revivir episodios descritos en las biografías de ambos artistas, la estancia de ambos jóvenes se tradujo todo ello en una larga permanencia en la cueva de Els Ports.

El hermano pequeño de Manuel Pallarés le ayudaba alcanzándoles con provisiones, pinturas y lienzos cargados sobre una mula. Se instalaron en la cueva como pudieron, durmiendo sobre camas de espliego y paja. Se lavaban en el río y por la noche encendían la hoguera donde cocinaban arroz.


Según cuenta el biógrafo Henry Gidel;

«Picasso recordaba que se volvieron salvajes, se embadurnaban de pintura, se quitaron la ropa y se quedaron desnudos. Por la noche dormían en un enorme lecho de heno recién cortado y se lavaban bajo una cascada».

Fruto de la estancia en los Ports, pintaría Picasso un cuadro desaparecido, con el título de Idilio, representando una pareja de jóvenes pastores perdidos en un inmenso paisaje montañoso, una especie de Edén para unos Adán y Eva modernos.

Picasso vuelve, convertido en un joven moreno y sano a su casa familiar de Barcelona, en la calle de la Merced.

Frecuenta Els Cuatre Gats, marcha a París, torna a Barcelona, y de nuevo a París, donde conoce a Fernande Olivier, su primera compañera. Y con ella, once años después, en 1909, vuelve a Orta.


«De pronto surgen en la memoria de Picasso los paisajes soleados de Horta y el espectáculo del pueblo mismo, aplastado por el calor. Su imaginación le lleva incluso a oler los aromas embriagadores de la flora mediterránea y el canto de las cigarras, y el azul cruel de un cielo sin nubes».

Hacen escala en Barcelona para visitar a los amigos y a la familia y, de nuevo, Manuel Pallarès prepara la estancia de la pareja en Horta. Pidiéndole a su cuñado, alcalde del pueblo, que les buscara una estancia agradable. Y hacia allí se dirigieron el día 5 de junio de 1909.

La segunda estancia fue, digamos, distinta. Ya no era el joven de once años antes y su amigo Pallarès no estaba.

«El tonto del pueblo –dice Henry Gidel- se enamoró de Fernande y, aunque Pablo, cuyos celos eran enfermizos, no tuviera mucho que temer de él, esta situación le ponía de mal humor. Además, los habitantes del pueblo se habían enterado, Dios sabe cómo, de que la pareja no estaba casada y, por lo tanto, vivía en pecado…»

Una noche algunas piedras golpearon los cristales de su habitación. Pablo, que se llevaba a todas partes la pistola, salió hecho una furia, esgrimiendo el arma y disparando algunos tiros, lo cual restableció al instante su prestigio.

Parece ser que este hecho, y la costumbre de sacar del bolsillo un gran fajo de dinero para pagar cualquier cosa, impresionaron a la gente de Horta.


A pesar de los pequeños contratiempos, Picasso volvió feliz de Orta y muy satisfecho del trabajo realizado, que significaba la superación de las etapas azul y rosa y el comienzo del cubismo…

Existiendo otro cuadro, él que se cree su primer trabajo cubista y que jamás fue encontrado. Quedándose en Horta y desapareciendo para siempre.

Nos quedamos con una última anécdota; cuando Tobías Membrado en la despedida de su primera estancia, comprobó la pintura del maestro en el ático y negando con la cabeza le dijo;

«Mira Pablito de esto de la pintura no vas a vivir, pero que sepas que siempre tendrás una casa en Horta…»

domingo, 22 de mayo de 2022

La respuesta natural


A veces, resulta que la luz se apaga y uno se queda a oscuras, entonces llega un momento de vacilación y duda que conlleva desconfianza y aprensión.
Casi siempre esta situación viene precedida de alguna noticia o interacción que actúa desde el exterior, bien porque hayamos oído alguna noticia desagradable, o bien porque alguien intenta desestabilizarnos debido a su arrogancia y falta de decoro al invadir nuestro espacio vital o al intentar imponernos sus ideas.
Decía Perls; «El organismo lo sabe todo. Nosotros sabemos muy poco. La intuición es la inteligencia del organismo». Debido a ello deberemos retirarnos y buscar nuestra respuesta de manera natural.
Siempre desde dentro, desde el ahora.

Vivir el presente en el presente es fundamental para el proceso.
Resulta que cuando se apaga la luz es hora de recurrir a esa batería de urgencias y que de manera incomprensible siempre se encuentra cargada.
En mi caso recurro a la lectura, la música y el silencio. Ese bendito vacío que tanto me llena.
Ahora leo el último libro de Murakami, uno de relatos en donde todo se mezcla; el nudo con el desenlace y la trama. Sin embargo, Murakami es un genio de las letras y sabe transmitir como nadie cuanto pasa por su interior. Eso sí, con una templanza y nitidez demoledora. Con cada lectura de Murakami nos aseguramos un mundo colmado de matices y en el que experimentamos emociones de todos los colores, ya sean tangibles, contradictorias o las más retorcidas.
Regresar a los lugares seguros es otro de mis recursos, aquellos sitios que un día nos ofrecieron un regalo. Darle gracias al lugar, a Dios, sí se prefiere, o a la naturaleza de las cosas. El caso es conseguir un momento de humildad que sea capaz de encender la luz de nuevo.
Para encender la luz se necesita de una reiniciación del sistema, recomponer aquellos elementos que se han descontrolado y nos han llevado al «corto circuito».
«Me levanto para probar el amanecer, y encuentro que el amor solo brillará hoy», nos dice Ken Wilber.
También las ideas, las ideas nobles nos ayudan. Los bosques, los árboles siempre han sido mis amigos y los animales de compañía, aquellos que morirían por nosotros.
Esa es la lección, recomponer el objetivo que nos haga de nuevo encender la luz y alejarnos paulatinamente de aquellas «ideas – compañías» que conlleven negatividad y nos produzcan abatimiento.
Retirarse con uno, solo con uno, para así hallar la compañía adecuada.
Y terminamos como comenzamos, afirmando aquello de que la introyección es el mecanismo neurótico mediante el cual incorporamos dentro de nosotros patrones, actitudes, modos de actuar y pensar que no son auténticamente nuestros.
De ahí la importancia de lo que he expuesto hoy; no dar por verdadero cuanto nos llega de fuera e intente, de alguna manera, introducirse en nuestra vida.
La metáfora que utiliza Perls, sobre el proceso de digestión es muy clara: «Al igual que cuando comemos un alimento el cuerpo necesita pasar por un proceso de masticación, deglución, digestión y eliminación de aquello que no necesita, lo mismo ocurre con el «alimento psicológico que nos presenta el mundo».
Lo siento, pero hoy me he levantado así, de esta manera.

jueves, 19 de mayo de 2022

Feria del libro de Carmona 2022

 


Feria del libro de Carmona 2022, os dejamos el programa completo.
Por mi parte me incorporaré el domingo por la tarde, ya que estaremos firmando en Granada. Conformen pasen los días iremos ampliando la información.


Tendremos talleres, mesas redonda y escritores de renombre. Se firmaran libros y un stand donde los autores locales podrán interactuar con los visitantes.




miércoles, 18 de mayo de 2022

La Bella y la Bestia, algunas consideraciones sueltas.

 

«Fabula ancestral, sueño hecho verdad, belleza y fealdad, 
juntos hallaran más que una amistad»

Del film "La Bella y la Bestia"

*** 

Nos encontramos con las tres hermanas de siempre, dos de ellas aspiran a una vida luctuosa y material, mientras la tercera, en este caso la más pequeña, su mirada deriva hacia un sentido más profundo de las cosas.

En este caso y dado la multitud de versiones del cuento seguiremos la más popular y que ha dado lugar a las distintas interpretaciones cinematográficas. Me refiero a la versión de la escritora Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, en 1740.

La historia comienza cuando el padre sale en viaje de negocios y solicita a cada una de las hijas le demande un regalo. Una de las hijas le pide un traje de oro, la otra un vestido de plata y la tercera y más pequeña de todas, una rosa que habla.

Volvemos a repetir la imagen del bondadoso padre viudo de tantísimos cuentos. Pero en este caso no se casará de nuevo con madrastra alguna, nada de eso. El móvil consistirá en un viaje y el encuentro con un lugar mágico y velado para el hombre común. Dicho viaje será el hilo conductor y la aproximación a un mundo paralelo y sobrenatural, eje en el cual se sustentará la trama.


Tras el viaje nos encontramos con el primer símbolo de gran importancia en la rosa que, en este caso será blanca y además con el atributo del habla.

La rosa es símbolo de Afrodita, la diosa del amor, del corazón de Cristo y de misterios insondables en la filosofía Rosacruz. La rosa también simboliza el laberinto, la juventud eterna que nos diría Mircea Eliade, la rosa es el misterio. Por lo que la niña pequeña solicita al padre un objeto que le facilite el encuentro con el misterio y su sabiduría. De ahí el atributo del habla y con ello la comunicación, pero no olvidemos que también la rosa fue signo de reconquista.

El encuentro con el lobo blanco o la bestia que la retiene, intercambiándola con la figura del padre, representa el sacrificio. Todo proceso iniciático implica el sacrificio, conllevando con ello incluso la vida.

Los más modernos ven un simple Síndrome de Estocolmo en todo este intrincado, y puede que desde el mundo de lo psicológico sea cierto. Si algo tienen los cuentos de hadas es la pluralidad de significados en sus historias. En este caso advertimos del motivo oculto que se nos pasa inadvertido a día de hoy y que fue sin duda el origen de la historia.


La presencia de relojes en el castillo mantiene la imagen del tiempo de manera constante. En un mundo de fantasía apartado del resto de la humanidad, surgen las barreras que hacen de fronteras en forma de espinas y raíces retorcidas, haciendo imposible escapar a la protagonista, recuérdese La Bella Durmiente y tantos otros cuentos.

Es la misma naturaleza quien impide la fuga, inmovilizándola y dándose el encuentro entre la Bestia y la frágil muchacha.

La Bestia representa los instintos más viscerales del ser, la materia grotesca y primitiva antes de ser modelada. En ella se manifiesta lo contrario a las formas más elevadas y sensitivas de la identidad humana.

El encuentro entre ambos estados derivará en la trama definitiva. La incomprensión, el recelo, el tremendo dolor y soledad de la Bestia, irán declinando el favor de la muchacha. Levantando un vínculo que concluirá en un profundo y mutuo entendimiento.

Será ella la destinada a redimirlo, su atención en principio y amor después le harán resurgir de manera progresiva, mientras los pétalos de la rosa irán marchitándose uno a uno como símbolo del recorrido del tiempo.


Concluyendo en el beso y el dolor por la pérdida de su ser amado. Entonces la materia primitiva será creada de nuevo.

La Bella y la Bestia serán entonces uno solo, cómo en cada cuento de hadas. El encuentro definitivo entre ambos representará el proceso de Bella que transformará la más burda materia en sensibilidad y delicadeza.

domingo, 15 de mayo de 2022

Alas de Amapola de Jesús López

 


¿Hay flores que vuelan?

Título: Alas de Amapola

Autor: Jesús López Jiménez

Edición: ExLibric

Año: 2017

Libro pequeño de tapa blanda y de 37 páginas tan solo, de esos que se leen de un tirón. La primera sensación que me llega es la de encontrarnos ante el género de la fábula y no con un cuento tradicional, siendo de resaltar que numerosas ilustraciones acompañan y enriquecen el texto.

En un principio nos da la sensación de ser lectura fácil, pero puedo asegurar que a pesar de su aparente sencillez guardan sus palabras profundidades insondables. Tanto referidas en anhelos y utopías del autor, como ese material terapéutico que tanto me gusta resaltar en el blog.


Comenzamos con la dedicatoria a Michael Ende que de momento ya nos mete en situación, haciendo referencia a las puertas del tiempo y ese «otro lado del espejo». llevándonos directamente al universo del señor Lewis Carroll.

Da comienzo el espacio narrativo en plena naturaleza, describiendo prados y bosques y donde llama poderosamente la atención el color azul, utilizado tanto para las ilustraciones como las letras y que de una manera u otra hacen enfriar la lectura. Bosques azules y pétalos blancos se mecen bajo una luna llena ofreciendo un exquisito paisaje en donde cualquier cosa puede ocurrir.

El encuentro entre la amapola y una mariposa supondrá la condensación del relato, la metáfora y su exquisito planteamiento. El gélido azul se convierte casi en obsesivo, la frialdad y el deseo de evasión es pura inquietud.


Tanto que se le escapa al autor de las manos el interés por descubrir e ir más allá de lo establecido. Sin embargo, la palabra madre le delata, junto al blanco inmaculado de la amapola nos pone en situación. Un lugar fantástico que no es suficiente y es de prioridad urgente el ser franqueado.

No haremos spoiler, intentaremos ir de puntillas, el texto es demasiado novedoso y merece ser descubierto por los lectores.

A mitad del libro se introduce el color rojo en el texto y las ilustraciones, pues llega la primavera y el verano, atrás quedaron los días solitarios en el prado.

La unión entre almas, la trasmutación en amantes, el fuego y el intento de alcanzar lo superior es producto de todo ello. Esa interminable alegoría donde siempre aparece el mar, ese mar utópico e inalcanzable. Los amantes se unen, pero hay carencia de cierto y necesario erotismo en las palabras. Llegando a la conclusión de que esta es una búsqueda distinta, mucho más espiritual.

Cuando menos lo esperamos vuelve la palabra madre a resurgir en medio del mundo de los amantes. antagonismos que se anexan por medio del canto de una nana.

No es una historia para niños y sin embargo pueden leerla. Ya se sabe que la mente infantil es capaz de captar impresiones que para nuestra razón es necesario procesar en demasía.


Escrito en tercera persona como todos los clásicos infantiles. La historia eterna que se repite siempre; esa búsqueda con el amado, la fusión y luego la consiguiente separación y el anhelo que produce haber sido testigo de dicho proceso.

Recuerdos de Ondina de Fouque y la leyenda irlandesa de Los Hijos de Lir. En el cine hacemos referencia a aquella inolvidable Lady Halcón, y esa separación del alma que tan magistralmente nos relatara nuestro inmortal San Juan de la Cruz.

Y por último desvelamos un secreto; el tratamiento del azul y el rojo en el texto, homenaje a Michael Ende y su inmortal «Historia Interminable», Bastian para lo humano en rojo y azul para la fantasía o lo añorado.


Mis felicitaciones por el trabajo, animando a Jesús que continué contándonos historias desde lo más profundo de nuestra tierra; la mágica sierra de Ronda y su Setenil de las Bodegas desde donde siempre han surgido historias sorprendentes.

Por mi parte has conseguido abrir una puerta y aunque dices que la inspiración te llegara desde el norte, te prometo que cada vez que cruce con el coche por esos prados, miraré disimuladamente tras la ventanilla por si alguna mariposa se cruza por delante.

¿Por qué perdiste las alas?

¿No te has dado cuenta todavía?

Por ti...

viernes, 13 de mayo de 2022

Primavera de flores

 

Desde la publicación de «Las Granjas Paradisos», podría decir que todo se ha acelerado; presentaciones, eventos, charlas…

Uno necesita detenerse y dejar la mente tranquilita por unos días, demasiado revuelo en el interior.

Ayer tarde estuve en el Viso del Alcor, asistiendo a la presentación del libro «La luz que tuvimos» de Antonio Manuel. Presentación gloriosa donde las haya y no lo digo por el libro, dado que aún no lo he leído, me refiero a la calidad humana que brotaba del ponente. Con un lenguaje que rallaba lo poético nos introdujo en un marco, tanto jurídico cómo pleno en añoranzas, y en donde las palabras jugaban a encontrar un significado arcano y olvidado en el tiempo.

Córdoba lejana y sola…

Ahora toca Málaga, donde espero descansar y recuperar fuerzas. Visitaré el CAC, lugar que supuso un antes y un después en mi concepción de lo poético y las formas. Tomaré café en Calle de Bruselas, firmaré libros y me llegaré a la parroquia de San juan Bautista, cuya portada desata en mí, la más plena de las fantasías.

Pasearé, tomaré un helado de vainilla y más tarde un cartuchito de almendras. En la mañana me asomaré al puerto y me sumergiré en el ambiente, para de vez en cuando, levantar mi mirada hacia La Alcazaba, lugar que desata en mí, la más plena de las fantasías...

Tomaré una cerveza fría al mediodía, veré la gente pasar y sí tengo suerte, oiré a una chica joven y hermosa tocar el violín, durante el desayuno, muy temprano y frente al mar…

Y entonces, ya no habrá fantasía que valga, pero tampoco realidad. Ese es el oficio de quien escribe, mantenerse en un lugar donde nada es cuanto aparenta ser y, a su vez, todo lo es…

martes, 10 de mayo de 2022

Virginia Wolff, homenaje y carta de despedida

Muy pronto abordaremos su cronología, fue casualidad que ayer mismo se cruzara en mi camino, la escritora y, reconozco que, me dejó profundamente abatido esta carta de suicidio, por lo que he decidido traerla a esta Casa en el árbol, para que habite entre nosotros por siempre.

La vida de la escritora inglesa estuvo plagada de trastornos mentales: padecía lo que hoy podría calificarse como trastorno bipolar, y desde muy joven sufrió de crisis nerviosas y depresivas.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial, junto a la destrucción de su casa en Londres, el aislamiento de su marido, Leonard, en la Guardia Nacional, unida a la soledad que sintió después de terminar su última novela «Entre Actos», la llevaron a padecer una profunda depresión.

«Amar, nos separa de los demás».

Virginia Woolf se llenó los bolsillos de su abrigo de piedras y se lanzó al río Ouse. Su cuerpo no fue hallado hasta casi un mes después y actualmente, sus restos reposan bajo un árbol en Rodmell.

«Quería escribir, sobre todo, sobre la vida que tenemos
y la vida que hubiéramos podido tener.
Quería escribir sobre todas las formas posibles de morir».

Vaya pues nuestro homenaje y admiración para tan gran escritora.


Querido:

Creo que voy a enloquecer de nuevo. Siento que no podemos atravesar otro de esos tiempos horribles. Y esta vez no me recuperaré. Comienzo a escuchar voces y no puedo concentrarme. Así que voy a hacer lo que creo que es lo mejor.

Tú me has dado la mayor de las felicidades posibles. Has sido, en todos los sentidos, todo lo que alguien puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que llegó esta enfermedad. Y ya no puedo seguir peleando. 

Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí podrás trabajar. Y lo harás, lo sé. 

Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto con propiedad. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida a ti. 

Has sido totalmente paciente conmigo... e increíblemente bueno. Quiero decirlo, aunque todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera salvarme solo podrías haber sido tú. 

Todo se ha marchado de mí, salvo la certeza de tu bondad. Y no puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas puedan ser más felices de lo que nosotros hemos sido.

V.

lunes, 9 de mayo de 2022

.Valentía




Llega un momento en que la vida hace un receso y uno determina detenerse. No lo hace por voluntad propia, nada de eso, digamos que la misma naturaleza lo manda así.

Decía nuestro querido Miguel de Cervantes que el verdadero valor se encuentra entre la cobardía y la temeridad. Cuestión que nos daría por abordar en profundidad ambos términos.

Había sido invitado por la biblioteca de Villaverde del Río como el escritor destinado a representar el Día Internacional del Libro entre los más jóvenes.
Lo sucedido el día de ayer, para mí se queda. Quedándome claro que sí acudía a la invitación era un acto de temeridad y sí no lo hacía de cobardía, decidí tirar por el camino de en medio.

El horario sería de 10:30 a 14:00 horas, lo que suponía un verdadero desafío por mi parte. El acto fue inaugurado por el señor alcalde y algunos concejales. Luego y tras varias lecturas de Arturo Pérez Reverte y el Quijote me tocó enfrentarme a un ejército de adolescentes, divididos por edades y cursos.

Haciéndole caso a mi buena amiga Charo López que me dijo;

    —Habla de ti y no le sueltes ningún royo metafísico en la cabeza que ya tienen bastante. Háblale de tu experiencia en la vida.

Eso hice, además de recurrir a algunos trucos aprendidos en arteterapia, introduciendo varios recursos emocionales durante la charla.

Poco a poco y conforme desarrollaba el discurso, la furia de la sangre y las hormonas dislocadas quedaron aplacadas, por lo que aquello que se presentaba como una ardua batalla, quedó en uno de los encuentros literarios más hermosos de los que he asistido.
Les hablé de mi niñez, del curso de mi vida y de mí nacimiento como escritor. Aprendí, conforme avanzaba la jornada, a mencionar tan solo aquellos nombres que les resultaban familiares, dentro del marco de lo fantástico, y salí del paso como pude, pero muy contento.

Luego comenzó la comida y los manjares que habían preparado la gente del pueblo.
Era el día del libro y por lo tanto un día de fiesta.

La velada continuaría hasta las 20:00 horas, aunque yo me retiré a tiempo, tal como me aconsejaba el sabio de la mancha. Les dejé su espacio a la biblioteca y a su grupo de lectura. Gente de lo más maravillosa que me he encontrado, amable y cordial donde las halla y todo un ejemplo de que cuando se quiere, se puede.

Con personas así, el futuro del libro y su lectura quedan más que asegurado, razón por la que evoco y dedico estos hermosos versos...

«Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos…»

Francisco de Quevedo.

sábado, 7 de mayo de 2022

Alöise Corbaz, la princesa que salió de un cuento de hadas



«Mi ruina avanza de forma lenta pero segura,
el fanatismo y enloquecido amor que siento,
me arrancó de mi cuerpo»

¿Perder la razón por amor? ¿De verdad que no me creéis? Pues leed esta historia y luego ya me contáis.

Aunque siempre soñó con ser cantante, encontró trabajo como profesora y como institutriz en la corte del káiser alemán Guillermo II. Mientras estuvo allí, se enamoró perdidamente del káiser. Se enamoró tanto, que su amor se transformó en locura, hasta ser diagnosticada de esquizofrenia y confinada en un hospital psiquiátrico en el año 1918 y del que nunca más volvió a salir.


Comenzó a dibujar y a escribir poesía en secreto alrededor del año 1920, pero la mayor parte de sus primeras obras fueron destruidas, hasta que el director del hospital médico llamado Hans Steck y la médica de cabecera Jacqueline Porret-Forel se interesaron por su obra, que fue finalmente descubierta por Dubuffet, en 1947.

Su obra es calificada de erótica, y consiste principalmente en hermosas mujeres con curvas voluptuosas y cabellos flotantes a las que seducen amantes, vestidos de uniforme militar.

Usó tizas de vívidos colores, pinturas y zumo de flores para llenar hojas enteras de papel. Su compulsión de hacer marcas en cada pulgada del papel es similar a la de nuestro amigo Adolf Wölfli.


El sueño adolescente de Aloïse era ser cantante, sado que le gustaba mucho la música de Handel. Participaba del coro de la iglesia y tomaba clases de canto. También comenzó a notar su talento para el dibujo y a los 18 años ganó el primer premio en un concurso por su interpretación libre de un jarrón egipcio. Le encantaban los personajes mitológicos y sobre todo los femeninos. Hasta ese momento parecía ser una niña como todas, pero cierto día fue descubierto su romance con un joven sacerdote. 

Sus padres le enviaron a Alemania para trabajar al cuidado de dos niñas. Su siguiente trabajo fue hacerse cargo como institutriz de las hijas del rey Guillermo II, por lo que llegó a estar enamorada intensamente del Rey y obsesionada hasta con él hasta su muerte.


En 1913 vuelve a Suiza sin dar explicaciones de su regreso, abandona la corte, justo al dar comienzo la gran guerra. Entonces su estado psicótico se acentuó. Haciendo públicas ciertas ideas pacifistas y lo que hoy sería visto como algo completamente normal, por aquel entonces era algo extraño e inusual para una mujer. Participó en reuniones del partido socialista, hizo escritos de carácter religioso, al parecer, en donde expresaba su pensamiento sobre los delincuentes como víctimas.

Aparentemente, una «ardiente» carta escrita al Rey, y que nunca llegó a destino fue la causante de su reclusión en una clínica psiquiátrica.


Aloïse no sólo tenía una visión particular y una imaginación desbordante, pero conforme pasaba el tiempo los periodos de lucidez se hicieron cada vez más cortos y comenzó a hablar sola murmurando frases inconexas. 

En una carta describió su sentimiento como: «Mi ruina avanza de forma lenta pero segura, el fanatismo y enloquecido amor que siento me arrancó de mi cuerpo». También menciona el inicio de una actividad creativa que, sin embargo, mantuvo en secreto: «Cojo el papel de la basura para garabatear (se refería a sus dibujos); escribo en secreto a toda prisa».

«El enloquecido amor que siento, me arrancó de mi cuerpo»

Sabemos que en la clínica llamaba «Princesa» a su compañera de habitación, «Madonna y Ángeles» a las enfermeras que la atendían y a las que a veces incluía en sus dibujos. Transformándolas en hermosas mujeres con peinados elevados y vestidos de color rosa.


Gracias a su delicadeza manual trabajó como costurera de trajes de enfermera y así comenzó a ser querida por sus cuidadoras que le regalaban materiales para dibujar.

Sus trabajos podían llegar a medir 10 metros, pegaba papeles para cubrir los muros, y poco a poco comenzó a levantar a su pequeño reino.

El doctor Hans Steck fue el primero en valorar seriamente el particular arte de Aloïse, la visitó hasta el final de su vida y logró resguardar la mayoría de sus escritos y dibujos. Como además era profesor de psiquiatría, presentaba como ejemplo muchos de los trabajos de los pacientes a sus alumnos, durante sus conferencias clínicas en las que participaba. Y así fue como en una de esas presentaciones, a fines de 1930, Jacqueline Forel se enteró del trabajo de Aloïse.


Según palabras de Jacqueline Forel;

«La creación milagrosa, la creación de una fuente de éxtasis perpetuo…»

«Una situación que el equilibrio no permitiría nunca».

«Un mundo dentro de una colección de himnos».

Tras esas frases, se describía su estado creativo, razón por la que, poco a poco, su obra fue llamando la atención y no tardaron en llegar visitas relacionadas con el arte. 

Mientras tanto, avanzaba su rehabilitación compartiendo su vida con enfermeras y compañeros, siendo la encargada oficial de la decoración de cumpleaños y celebraciones, las que también animaba cantando ópera. Se preocupaba mucho de que todo estuviera en orden tal como si fuera un baile real o un elegante espectáculo.

Sus dibujos, que citaban escenas históricas que incluían a Napoleón, Josefina, María Luisa, Cleopatra, Ramsés II, Tutankamón, fueron expuestos el año 1963 en el Museo de Bellas Artes de Lausanne y la muestra tuvo un fuerte impacto en el público. 

Aparte de algunos artículos y comentarios negativos relacionados con la psicosis de la artista, muchos visitantes quedaron impactados por sus obras e hicieron algunas solicitudes de adquisición.

Antes de morir, Aloïse fue invitada a formar parte de la sociedad de mujeres pintoras del «Art Brut» de Suiza.


Dibujaba con pétalos de flores, con jugos de rosas silvestres, con hojas verdes aplastadas, con jugo de limones y naranjas, con pasta de dientes, con hilos y sedas.

A veces lo imaginado superaba a la razón, pintando sobre papel sucio, sobre papel viejo, sobre papel que a otros ya no les sirve y no les dice nada de nada.

Pero para Aloise ese papel era el soporte que le llenaba y apaciguaba su locura. Y mientras más se entregaba al amor en sueños y delirios, se cuenta que de su garganta brotaban como flores, las arias más hermosas de Verdi.

En 1963 fue invitada de honor en la muestra «Escultoras y Pintoras Suizas». Se cuenta que asistió vestida de princesa, como recién levantada de su sueño. La princesa fue aplaudida y ascendida a los altares. Supuestamente por aquellos que mantienen la razón por bandera.

Falleció al año siguiente, el 5 de abril de 1964, tras pasar cincuenta y cinco años encerrada en un psiquiátrico. Se cuenta que, en el último suspiro, brotó de su garganta un aria de Verdi.

miércoles, 4 de mayo de 2022

El memorable discurso de Cristina Peri Rossi en el premio Cervantes

 

Nací en Montevideo, Uruguay, en el año 1941, es decir, cuando desgraciadamente Europa estaba en plena Guerra Mundial. A la izquierda de mi casa vivía un viejo zapatero remendón, judío polaco, milagrosamente escapado de la masacre; y a la derecha, un adusto músico alemán con un parche negro en un ojo. Cuando le pregunté a mi madre, maestra de escuela obligatoria, laica, gratuita y mixta, por qué el judío y el alemán no se saludaban me respondió: «en Europa se habrían matado». Mi padre, nacido en el campo, que había emigrado a la capital, seducido por lo que el tango llama «las luces del centro» me dijo algo muy sencillo: «Europa no existe. ¿Has visto en el mapa algún lugar que se llame Europa?».

No había. Cuando pregunté por qué la llamaban Segunda Guerra Mundial me explicaron que apenas veinte años antes había sucedido la primera. También en el barrio había muchos exiliados españoles porque además de una guerra cuyos motivos yo no conocía, en España había una terrible dictadura que había matado a miles y miles de personas y hecho huir a otras miles de personas. El mundo parecía un lugar muy peligroso fuera de Montevideo. Pero la biblioteca de mi tío, funcionario público, culto, gran lector y ferozmente misógino me permitió conocer que siempre había sido así. Desde los orígenes, o desde los tiempos bíblicos o desde los griegos y troyanos. Los motivos de las guerras parecían siempre los mismos: el ansia de poder y la ambición económica. Algo típicamente masculino.

Tres libros leídos muy tempranamente me conmocionaron: El diario de Ana Frank, La madre de Máximo Gorki y Don Quijote de la Mancha. Este último, con un diccionario a mi lado. Fue el más difícil de leer y el que me provocó sentimientos más contradictorios. No había leído nunca un libro donde el autor declarar que su protagonista estaba loco, pero a la vez, me emocionaba que su propósito fuera deshacer entuertos y establecer la justicia, cosa que me parecía harto razonable dado el estado del mundo y de mi propio barrio, donde muchas vecinas venían a contarle a mi abuela, una viuda que había criado a siete hermanos huérfanos y a tres hijos -también huérfanos- que sus maridos borrachos las golpeaban o se jugaban el escaso dinero en los caballos o se iban de putas y maltrataban a sus hijos. Cómo deseaba yo que apareciera Don Quijote con su flaco Rocinante a salvarlas de los golpes y del maltrato. Por otro lado, mi abuela me hacía recordar al Ama, porque pensaba que leer mucho llevaba a perder el seso y a cometer locuras, aunque yo no creía que los esposos de esas mujeres maltratadas leyeran mucho y esa fuera la causa de su violencia.


Yo misma me irritaba cuando Don Quijote confundía molinos con gigantes, y llegué a pensar que Cervantes en realidad ridiculizaba a su personaje para probarnos que la empresa de cambiar el mundo y establecer la justicia era un delirio. Hasta que en los capítulos XII, XIII y XIV del libro me encontré con el relato y el discurso de Marcela. Marcela es codiciada y asediada por los hombres por su belleza y por su riqueza. La acusan de ser la culpable del suicidio de Grisóstomo, al que se negó, y en un sorprendente discurso rechaza a los hombres, al matrimonio y a las relaciones de poder entre los sexos: reclama su libertad, y para eso se aísla de la sociedad y se refugia en el campo, como una pastora más. «Yo nací libre y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos», dice. Como Helena, en la Ilíada, maldice el día en que nació, o como en Eurípides, Helena se rebela contra la sociedad que considera la belleza como único atributo de la mujer.

De este modo Cervantes desacraliza la belleza como atributo femenino, y convierte a Marcela en una heroína trágica: para conservar su libertad frente a los hombres que quieren poseerla, dominarla, renuncia a la vida social, aislándose del mundo, huyendo de los hombres. Por supuesto, esta heroína, posteriormente, sería calificada de histérica, frígida y neurótica al no asumir el rol que le asignaba la sociedad patriarcal. La comprensión que manifiesta Don Quijote hacia un personaje femenino real me hizo pensar que la locura puede ser un pretexto de exclusión de aquellos que esgrimen verdades incómodas, lección que evidentemente aprendí, pagando un precio muy elevado, hasta el día de hoy, pero si volviera a nacer, haría lo mismo.

Mi tío que era buen lector cervantino no me habló nunca de este pasaje, del mismo modo que me advirtió de que las mujeres no escribían, y que cuando escribían, se suicidaban, como Safo, Virginia Woolf, Alfonsina Storni, y otras.


Yo también tuve claro, como Marcela, que en una sociedad patriarcal ser mujer e independiente era raro y sospechoso. Cuando el jurado (al que agradezco el honor de este premio) enumera los motivos por los cuales me lo ha concedido, habla de una firme y completa vocación literaria, pero también reconoce una lucha por los valores humanos tantas veces vulnerados por el poder político o cívico militar. Tuve que exiliarme de la dictadura uruguaya porque, como Casandra, había advertido y denunciado su llegada, y como castigo, mis libros, y hasta la mención de mi nombre fueron prohibidos; salvé la vida milagrosamente y vine a parar a España, donde otra feroz dictadura oprimía la libertad.

Convertí la resistencia en literatura, como hicieron tantos exiliados españoles, y en lugar de renunciar a la sociedad, como Marcela, desde mis libros, desde mi vida he intentado como doña Quijota ‘desfazer’ entuertos y luchar por la libertad y la justicia, aunque no de manera panfletaria o realista, sino alegórica e imaginativa. No necesitamos duplicar la realidad, sino ironizar o interpretarla, como hiciera Jonathan Swift, por ejemplo.

La literatura es compromiso ya lo dijo Jean Paul Sartre y compromiso es todo, desde un artículo contra Putin o un homenaje a las mujeres violadas y martirizadas en Juárez, hasta los relatos de Cortázar. ¿No es compromiso satirizar, por ejemplo, los excesos de la técnica, el morbo de los platós de televisión o los ritos festivos de los fanáticos del fútbol? Tan compromiso como escribir un poema lírico que exalta el deseo entre dos mujeres o entre un hombre y una mujer. La imaginación también es compromiso cuando no anticipación. Yo no he sido cronista de la realidad, me he sentido muchas veces como Casandra, en la Eneida, vaticinando un futuro y unos peligros que pocos veían. Pero no concibo una literatura solemne. La vida puede ser una tragedia, un drama, pero se puede ironizar y satirizar sus hábitos y costumbres, como hizo Pessoa con su poema “Todas las cartas de amor sin ridículas”. Sí, y además, son dulces o crueles o amorosas o denigrantes.

El siglo XX empezó casi con una guerra mundial y terminó con otra local, la de los Balcanes, e hizo escribir a Paul Valéry una definición clarividente: «La guerra es una masacre de personas que no se conocen en beneficio de personas que se conocen pero no se masacran».

A veces me ensombrece el ánimo el miedo a que la maldad y la violencia sean en realidad una constante de la existencia humana, y la lucha entre el Bien y El Mal se eternice, o sea ridiculizada, como ocurre en el mismo libro de Cervantes. Pero cuando escucho el aria de Sansón y Dalila, ‘Mon coeur s’ouvre à ta voix’, cantada por Jessye Norman, o ‘Je suis malade’ por Lara Fabián, o ‘Algo contigo’ por Susana Rinaldi, recupero una parte de la fe en el bien.


Mientras algunos se dedican fanáticamente a hacerse ricos y a dominar las fuentes del poder, otros, nos dedicamos a expresar las emociones y fantasías, los sueños y los deseos de los seres humanos.

Escribí en un poema: «Los antiguos faraones / ordenaron a los escribas: / consignar el presente / vaticinar el futuro». Creo que ese sigue siendo el compromiso del escritor, sin ninguna solemnidad, y con sueldo escaso. Y con humor, como cuando escribí este breve poema: «Podría escribir los versos más tristes esta noche, / si los versos solucionaran la cosa».

El sentido del humor es el sexto sentido de la literatura.

Podría escribir los versos más agradecidos esta noche, y cumpliría con mi obligación de escriba, aunque los versos no salvarían a los que mueren por las bombas y los misiles en la culta Europa.

Leyendo libros, ya sean de Luis Cernuda o de César Vallejo, confirmé lo que me decía mi madre: a medida que más sabemos menos sabemos, por eso la virtud cardinal es la humildad. Confirmé, también, que la literatura responde a la enseñanza evangélica: «Hablo en parábolas para que los que quieran entender entiendan». Yo también escribo en parábolas.

Como escribí en un poema:

Las palabras son espectros piedras abracadabras
que saltan los sellos de la memoria antigua.
Y los poetas celebran la fiesta del lenguaje
bajo el peso de la invocación.
Los poetas inflaman las hogueras
que iluminan los rostros eternos de los viejos ídolos.
Cuando los sellos saltan el hombre descubre
la huella de sus antepasados.
El futuro es la sombra del pasado
en los rojos rescoldos de un fuego venido de lejos,
no se sabe de dónde.