miércoles, 4 de enero de 2023

Noche de Reyes



Edward Burne Jones
La adoración de los Reyes Magos

Noche de Reyes.

Debía yo de andar por los cinco años cuando me dio por ejercer de detective; aún se manifiestan algunas escenas con cierta nitidez en mi mente.

Recuerdo mirar por la ventana de mi piso de Coria del Río, por si disponía de la fortuna de poder ver a los pajes que anticipaban la llegada de los Reyes Magos.

Lo recuerdo con una claridad absoluta.

Ya más tarde, las investigaciones consistieron en averiguar la veracidad de dichos personajes. Se presentaban pruebas ante mí, ciertos rumores entre los críos; de que aquellos que depositaban los regalos eran nuestros padres.

Yo no quería creerlo, por nada del mundo quería creerlo.

Recuerdo levantarme, junto a mi hermana, y correr al salón sobre las seis y media de la mañana de un seis de enero; he tenido la fortuna de disponer unos padres generosos, pero, sobre todo, el de poder disponer de la imaginación de mi padre.

Me encontraba en ese punto de transición en el que el niño deja de ser niño, y que según cuentan, los más adversados psicoanalistas, eso debe de ocurrir a la edad aproximada de los siete años.

Y yo, no quería abandonar ese mundo luminoso.

Este año, en el que he vuelto a formar parte de un jurado de cuentos infantiles sobre la navidad y lo he vuelto a comprobar.

Al leer sus historias he regresado de alguna manera a esa mente clara y limpia del niño, esa mente que aún no ha sido pulida, ni manipulada por las neurosis de sus mayores. En este sentido, puede que Antonio Blay llevara razón, aunque yo no las tengas todas conmigo.

Él decía que existe un principio de totalidad en la mente primaria, un principio de luz que posteriormente se va alterando, contaminando; tal como si la mente fuese el software de un ordenador, y esa capa de verdad, de claridad absoluta, se interrumpe en la intersección con el otro —encrucijada le llamaría yo—; proyecciones e introyecciones nos diría el gran Perls.

Hoy, pido regresar, regresar a esa mente inocente, esa mente que se alimentaba de mundo fastuosos y personajes de fábula en mundos de ensueño.

No le pediré más al día, ya con eso voy bien servido.

Es muy difícil para mí leer la portada del País, el Mundo o de cualquier otro diario cada mañana y, sin embargo, me obligo a ello... pero hoy… le pido al destino que me deje disfrutar de mis Reyes Magos y de esa estrella limpia y pura que los guía; ya que, al fin y al cabo, no representa más que el principio y final de todas nuestras excedencias.

2 comentarios:

  1. Mágica noche de reyes, amigo mío. Alguna que otra vez se necesita descanso en el alma y no ver las portadas de los periódicos, solo algún día que otro, pues hay que estar informados. Pero hoy... hoy toca volver a ser niño a través de la cara de felicidad de los que queremos. Besos :D

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    1. Llevas toda la razón del mundo, hay que regresar a esa mente primaria y prístina, si me permites el uso de la palabra, hay que volver a mirar las cosas de otra manera.

      Ricardo

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