martes, 10 de enero de 2023

El Parsifal de la calle Alhóndiga

 


Ayer estuve recordando la primera que vez que oí el Parsifal de Wagner, fue en una vieja casona de tres plantas en la calle Alhóndiga de Sevilla. Yo subía unas escaleras —o las bajaba—, ahora no lo recuerdo bien.

El caso es que su preludio, aterciopelado y digno de una pieza de orfebrería, llegaba a mí, tal como una mítica nebulosa, desde la zona superior.

Era esta una casa extraña y laberíntica, como las de Cortázar, que se dividía en estancias y cuyo eje central convergía en una planta acristalada, en donde se compartía la cocina y el baño.

Las habitaciones eran de dimensiones majestuosas, dignas de una película de Visconti, de techos enormes y rematadas por un minúsculo balcón que daba a la estrecha calle.

Recuerdo que, mientras sonaban los primeros compases del preludio, tuve la sensación de caminar suspendido sobre una nube de algodón.

Corrían los años ochenta, esos benditos años ochenta, y en la esquina de la calle Alhóndiga había una taberna que contenía ese olor a cerveza; ese olor que tan solo es capaz de guardar las viejas tabernas sevillanas.

Regentaba la susodicha taberna mi amigo Pepe —aquel que lucía siempre su delantal inmaculado—, regordete y de unos mofletes tan colorados que parecía habérselos pintado a posta. Allí, tan solo se degustaba cerveza y altramuces, el mundo era mucho más sencillo por entonces.

—La memoria, a veces, se convierte en un depósito, un bálsamo amable—.

Ayer, terminé de leer «Nací» de George Perec, por supuesto que era este el libro al que hice referencia y destinado a trasladarme a París sin necesidad de avión. Continué con las labores en el huerto y en la tarde trabajé recomponiendo mi destartalado blog.

Hoy, quizás me llegue a la playa, necesidad de hablarle al mar diría Alberti, y luego, tras descansar, me refugiaré en la Sonata de Otoño de don Ramón del Valle Inclán, un viejo ejemplar de 1963, y es que ya lo he dicho; donde habité la memoria que se olviden las tablets, ebooks y demás formatos indecorosos.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias por tus palabras, Recomenzar.
      Un beso muy fuerte,
      Ricardo.

      Eliminar
  2. Leerte es viajar en el tiempo. Precioso lo que nos cuentas de El Parsifal de la calle Alhondiga. Espero que esa sonata de otoño diera descanso a un bonito día. Besos :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo cierto es que ese tipo de literatura me gusta, como bien dices me traslada en el tiempo, lo demás son vivencias que, de una manera u otra, se mantienen en la memoria.

      Besos, Ricardo.

      Eliminar