domingo, 10 de abril de 2022

Bukowski y la bomba atómica


Decía el gran Bukowski que; «Los mayores inventos del hombre son la cama y la bomba atómica: el primero te aísla y el segundo te ayuda a escapar». Frase que me dio mucho que pensar y que al final no llegué a conclusión alguna.

Sin embargo, tengo la sensación de encontrarme de lleno en el interior de una explosión atómica, al menos desde hace unos años y desde que leí el libro; «El haiku de las palabras perdidas, de Andrés Pascual». La descripción que hace el autor sobre los efectos inmediatos, tras la caída de la bomba sobre Nagasaki quedaron subscritas en mi mente de tal manera que aún hoy puedo evocar las imágenes con plena nitidez. Siendo precisamente de esa inmediatez, donde nace la danza japonesa del Butoh.

En un mundo despiadado y donde cada cual intenta sobresalir a base de la aniquilación - humillación del otro, se da difícil la participación o mejor. digamos que una mutua cooperación; razón más que obvia por la que, desde que el mundo tiene recuerdos, algunas personas necesiten de una parcial o sistémica separación del entorno.

Alejamiento que para nada sería sinónimo de huida, nada más lejos de la realidad. Separación destinada a salvaguardar unos valores adquiridos e intentar reafirmar la autoconsciencia. Es un proceso necesario que conlleva dolor y soledad, un proceso por el que han pasado todos aquellos que no se resignan a seguir las ideas de “esa gran mayoría aplastante”.

Y es este, lo afirmo con rotundidad, el mayor acto poético que se puede dar en la especie humana, pero para llegar a ese estado hay que henchirse de valentía e ir a por todas. En ese estado no nos valen las justificaciones; sonarían tremendamente banales. Recordemos las palabras de Oscar Wilde; «Nunca des explicaciones. Tus amigos no las necesitan. Tus enemigos no las creen».

De todo cuanto menciono Wilde sabía mucho, pero también Dostoievski, Nietzsche y si me permitís un poco de atrevimiento hasta el mismo Jesucristo cuentan que se retiró al desierto…
¿Meditar? Sí, pero sin engaños y motivado por un primer pensamiento que sería el intento de no parecerse a muchos; a una aplastante mayoría de cuantos nos rodean.

He ahí el ego y la fútil arrogancia del que escribe y que denominaría como mi primer atrevimiento poético en la mañana.

2 comentarios:

  1. ¡Hola Ricardo! Supongo que meditar es algo que se sobreentiende fácil, mas no lo es. Para empezar, hay que escuchar lo que la voz interior te dice y no siempre es fácil interpretarlo y menos ejecutarlo. En cualquier caso, lo importante radica en encontrar el momento y hacerlo. Por ahí se comienza.
    Por cierto, me ha encantado la fotografía. Un poquito más joven, aunque en esta imagen de rostro serio, cuando tú siempre tienes la sonrisa puesta. Besos :D

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  2. Jejeje, tiene muchos años la fotografía. Por aquellos tiempos me tomaba demasiado en serio el mundo.

    Besos, Ricardo.

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