lunes, 13 de diciembre de 2021

Monet en Giverny

 


«Pinto... como un pájaro canta»

Claude Monet

«Los Paisajes de Monet son, por decirlo así, la iluminación de los estados de conciencia del planeta, y las formas suprasensibles de nuestros pensamientos».

Octave Mirbeau


El pequeño pueblo de Giverny llamó la atención de Claude Monet en 1883 durante un paseo por el campo desde Vernon. El pintor tenía 43 años y era ya un artista reconocido cuando decidió instalarse allí, en compañía de Alice Hoschedé y de los hijos de sus respectivos matrimonios anteriores. En Giverny, a poco de haberse instalado en una pensión, Monet quedó prendado de una casa que entonces era propiedad de un terrateniente local, el señor Singeot. Primero la alquiló. Luego, en 1890, una mejor situación económica le permitió comprar la casa y los jardines que deseaba pintar. Todo se resolvió por 22.000 francos de aquella época.

Se levantaba temprano, muchas veces antes del alba, para dar un paseo y estudiar el paisaje. Regresaba a la casa para comer sobre las 11.30; almorzaba tan pronto porque no quería perderse del sol de la tarde, cuando prefería pintar. Cenaba también pronto y se iba a la cama. En el almuerzo muchas veces recibía la visita de sus amigos y otros familiares. Allí pasaron algunas temporadas Renoir, Cézanne y Pissarro; sus compañeros impresionistas de París, y también Gustave Geffroy, su biógrafo de confianza, y sobre todo el político francés Clemenceau, que fue primer ministro entre 1906 y 1909 y de nuevo desde finales de la Primera Guerra Mundial hasta 1920.


Esas costumbres fueron perturbadas al principio por los vecinos. Los avispados hombres del campo trataron de sacar provecho de la presencia del famoso pintor en sus inhóspitas tierras exigiéndole el pago de un tributo cuando atravesaba sus campos, talando los árboles que Monet estaba pintando o echando atrás su intención de colocar plantas exóticas en los estanques porque podían estropear la ropa o envenenar el ganado que pacía en las lindes del jardín.

La casa de Giverny y sobre todo sus jardines será el lugar donde Monet encontraría su refugio pictórico: «Estoy encantado, Giverny es un lugar espléndido para mí».

Monet transformó el huerto Le Clos Normand creando unos jardines a su gusto, edificó tres invernaderos, en uno de los cuales, un antiguo granero, colocó su atelier, y repintó la casa escogiendo el verde para las ventanas y una mezcla de rosa y blanco para la fachada.


El Clos Normand, es el jardín trasero de la casa –que responde al esquema geométrico y racional del jardín francés, y que se mantiene siempre con flores-, es el jardín lleno de color en él aparecen lechos de flores, árboles frutales y ornamentales y muchos rosales trepadores. En la avenida principal Monet colocó una pérgola con arcos de hierro para las plantas trepadoras.

Surgió entonces El jardín del agua, lleno de asimetrías, de líneas curvas e inspiración oriental, en el que hizo cavar un estanque que adornó con un puente japonés. Las ramas de los sauces, los nenúfares y los reflejos en el agua se convirtieron entonces en los protagonistas absolutos de sus cuadros. Monet reformó la casa y el jardín, y tras comprar el terreno adyacente en 1893 –la isla de las Ortigas-, separado de la finca principal por la vía del tren, en 1901 se decidió a pedir permiso a la municipalidad para desviar el curso del Ru, afluente del Epte, que atravesaba su propiedad, y así, a pesar de la oposición de los vecinos, consiguió ampliar el jardín en una hectárea más.

El jardín sería el escenario de muchas de sus pinturas. Fue en Giverny donde Monet se convirtió en el precursor de la pintura moderna, insensible a todas las tendencias de aquella época. Fue ahí mismo que, trabajando en varias telas a un mismo tiempo ya que cada cual correspondía a una luz determinada, inició también sus famosas series: los almiares, los álamos, las glicinias, los amaneceres en el Sena, y, por supuesto, las series trabajadas en el mismo jardín de Giverny.: las Ninfeas, el puente japonés y el estanque de las ninfeas, las series más importantes de su evolución pictórica camino de la abstracción al final de su vida.


«Me llevó algún tiempo entender a mis nenúfares. Los cultivaba por puro placer, sin pensar en pintarlos. Hasta que de repente, tuve una revelación y tomé mi pincel. Y desde entonces no he tenido otro modelo».

En estos cuadros da un paso más hacia la modernidad. Obsesionado y torturado por la imposibilidad de captar la luz, siempre cambiante, el motivo pasa a un lugar secundario.

«.... le diré que estoy absorbido por el trabajo. Estos paisajes de agua y de reflejos se han convertido en una obsesión. Supera mis fuerzas de hombre ya viejo y, sin embargo, quiero llegar a traducir lo que vivamente siento. Estoy deshecho…, vuelvo a empezar y espero que de tanto esfuerzo salga algo».

Carta al escritor Gustave Geffroy
(11 de agosto de 1908)

«Lo esencial del tema es en realidad el espejo del agua cuyo aspecto se modifica todo el tiempo, gracias a las porciones de cielo que allí se reflejan, y que esparcen vida y movimiento. La nube que pasa, la brisa que refresca, el copo que amenaza y que cae, el viento que sopla bruscamente, la luz que mengua y renace, y tantas cosas imperceptibles para el ojo de los profanos».

«Me he fijado metas imposibles, por ejemplo, pintar un espejo de agua con hierba que ondula en el fondo…. Algo hermoso de ver pero que, a la hora de llevar a una tela, está volviéndome loco»

«Qué difícil es pintar…. Una verdadera tortura»


Monet describió el jardín de Giverny como «mi más bella obra de arte», y en el que podía pasar el tiempo observando «los paisajes hechos por el agua y sus reflejos». El jardín de Monet en Giverny recibe anualmente medio millón de visitas, durante los 7 meses en que está abierto (de abril a noviembre).

Claude Monet vivió en Giverny, desde 1883 hasta su muerte en 1926. Tanto él como muchos de sus familiares están enterrados en el cementerio local, en una tumba llena de flores.

2 comentarios:

  1. Idílico y maravilloso. Monet siempre ha sido un pintor que ha despertado en mí ganas de luz y a la vez, sensación de calma. Besos :D

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  2. ¡Qué bonito! ¿Verdad? Son seres destinados a embellecer la vida, y creer en una nueva paleta de colores.

    Besos, Ricardo.

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