jueves, 23 de diciembre de 2021

Carta de Milada Horáková a su hija

 


Milada Horáková (25 de diciembre de 1901 - 27 de junio de 1950) fue una abogada y política checa, víctima de los procesos políticos de los años 50 en Checoslovaquia. Fue la única mujer ejecutada durante estos procesos y gracias a su firmeza por sus ideales se convirtió en el símbolo de la resistencia contra el régimen comunista.


Mi única y pequeña Jana;


Dios bendijo mi vida como mujer, contigo. Además de la magia de tu padre, eres el mejor regalo que recibí del destino. Sin embargo, la providencia planteó mi vida de tal manera que no podría darte casi todo lo que mi mente y mi corazón habían preparado para ti.

La razón no era que te amara poco, nada de eso; te amo tan pura y fervientemente como todas las madres aman a sus hijos. Pero entendí que mi tarea aquí, en el mundo, era que la vida sea mejor y que todos los niños puedan vivir bien. Y, por lo tanto, a menudo teníamos que estar separados durante mucho tiempo. Ahora es por segunda vez que el destino nos desgarra. No te asustes y te pongas triste porque ya no volveré más.

Un día, cuando seas grande, te preguntarás por qué tu madre, que te amaba y cuyo don más grande eras tú, manejaba su vida de forma tan extraña.

Recorre el mundo con los ojos abiertos y escucha no solo tus propios dolores e intereses, sino también los dolores y anhelos de los demás.

El hombre no vive solo en el mundo; en eso hay una gran felicidad, pero también una tremenda responsabilidad. Esa obligación de ante todo no ser una sola y no actuar en exclusiva, sino fusionarse con las necesidades y los objetivos de los demás. Esto no significa perderse en la multitud, sino saber que soy parte de todo y contribuir lo mejor que puedas a la comunidad. Si lo haces, lograrás favorecer los objetivos comunes de la sociedad humana.

Confieso, hija mía, que a menudo en mi vida estaba deslumbrada por el brillo. Y a veces incluso brillaba tan falsamente, que una dejaba caer el oro puro de la mano y buscaba, o corría detrás de un oro falso que no podía distinguir.

Tienes que dejar tus raíces donde el destino determine tu vida. Tienes que encontrar tu propio camino. Búscalo de manera independiente, no permitas que nada lo aleje de él, ni siquiera el recuerdo de tu madre ni de tu padre. Si realmente nos amas, no nos critiques duramente, simplemente te pediría que no sigas un camino equivocado, deshonesto y que no armonice con la vida.


He cambiado de opinión muchas veces, regulando y clasificando muchos valores. Pero lo que quedó como valor esencial, sin el cual no puedo imaginar mi vida, es la libertad de mi conciencia. Me gustaría que tú, mi niña, pienses si tenía razón.

Y no te olvides del amor en tu vida. No solo estoy pensando en la flor que un día brotará en tu corazón. Ya que, si el destino te favorece, encontrarás una flor similar en el corazón de otra persona, cuyo camino se unirá al tuyo. Estoy pensando en el amor, sin el cual una no puede vivir felizmente. Nunca destruyas ese amor, aprende a darlo por completo. Aprende amar a cuantos lo necesitan y entonces, por lo general, no cometerás ningún error.

Mi pequeña Jana, cuando elijas quién quemará tu corazón virginal, recuerda a tu padre.

No sé si te encontrarás con tanta suerte como yo. No sé si conocerás a un ser humano tan hermoso como tú padre. Pero, sea quien sea el afortunado, elije un ideal cerca de él. Tal vez tú, mi pequeña, hayas empezado a comprender, y ahora tal vez entiendas el dolor por cuanto hemos perdido en él. Y lo que me resulta más difícil de soportar es que yo soy culpable de esa pérdida.

No seas exigente con la vida, pero ten metas altas. No seas exclusiva con el otro, porque lo que yo llamo exigencia en los demás, son nociones y necesidades egoístas de una misma.

Leer mucho y estudiar idiomas. De ese modo, ampliarás tu vida y multiplicarás su contenido. Hubo un momento en mi vida que leí con voracidad, y luego cuando el trabajo no me permitió tomar un solo libro en la mano, me apoyé en la literatura profesional.

Y ahora te diré algo para tu cuerpo. Me alegro de que te dediques a los deportes. Solo que hazlo sistemáticamente, creo que debería haber ejercicios rítmicos, y si tienes tiempo, también una buena gimnasia nunca viene mal.

En Leipzig, en prisión, leí un libro: las cartas de María Teresa a su hija María Antonieta. Me impresionaron los consejos de María a su hija. Era un libro alemán, y no recuerdo el nombre del autor.

Y una cosa más, la música. Creo que mostrarás tu gratitud por tu abuelo Horak y por enseñarte piano, y por favor acompaña a Pepik cuando toque el violín o la viola, hazme ese favor. Sé que significaría mucho para él, y sería hermoso. Y cuando puedan tocar juntos, toquen el aria de Martha: "Mis rosas, florezcan solas allá en la ladera", y luego: "Duerme mi pequeño príncipe" de Mozart, y luego el largo favorito de tu padre: "Debajo de tu ventana" de Chopin. Lo harás por mí, ¿no? Siempre te estaré escuchando.

¡Agarra la vida con ambas manos! ¡Hasta mi último aliento rezaré por tu felicidad, mi querida hija! Beso tu pelo, ojos y boca, te acaricio y te abrazo.

Concluyo copiando de memoria el poema que su padre compuso para ti en la cárcel, en 1940.

Siempre estaré contigo, siempre estaré contigo.


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