domingo, 12 de diciembre de 2021

Adrian Hill, el primer sanador artístico

 

«El arteterapueuta no ha de ser excesivamente complaciente ni intrusivo. Ha de intervenir, pero no para decir lo que hay que hacer de manera directiva, sino para ayudar al otro a llevar lo mejor y más lejos posible la forma producida».

Jean - Pierre Klein

A este artista ingles le debemos la introducción oficial del arte como proceso terapéutico en hospitales. Él fue el primero del que tenemos registro, aunque es obvio que anteriormente ya existía constancia de cierta combinación artística y terapéutica en sanatorios europeos.

Adrian Keith Graham Hill nació en Charlton, Londres en 1895 y fue educado en el Dulwich College, Escuela de John Wood, y el Royal College of Art.


Desde 1917 hasta 1919 participó durante la Primera Guerra Mundial, llegó a ser oficial británico y dibujó innumerables obras desde el frente de batalla que se pueden ver en el Museo Imperial de Guerra en Londres.

Durante la contienda, Adrian Hill combinaba sus habilidades de dibujo con su trabajo en una sección de exploración y francotiradores de la Compañía de Artillería.

A su regreso a la vida civil, Hill pintó profesionalmente y enseñó dibujo en la Escuela de Arte Hornsey y la Escuela de Arte de Westminster.

En su propia obra combinaba elementos del impresionismo y del surrealismo, así como las representaciones más convencionales, exponiendo en las principales galerías de arte, tanto en Gran Bretaña como en el extranjero.


En 1938 estuvo convaleciente de tuberculosis en el King Edward VII, el Sanatorio Midhurst. Pasó el tiempo dibujando los objetos cercanos a la cama del hospital, encontrando que dicho proceso era útil para ayudar a su propia recuperación.

En 1939 la Terapia Ocupacional se introdujo en el sanatorio, y por primera vez Hill fue invitado a enseñar dibujo y pintura a otros pacientes; en primer lugar, los soldados heridos que regresan de la guerra y, a posteriori, los pacientes que ingresaban civiles.

Encontró que la práctica del arte parecía ayudar a poner en orden la mente del paciente, a curar sus enfermedades o lesiones y poder liberar su angustia mental.

Hill, creía que la apreciación del arte también podía ayudar la recuperación de enfermedades y participó junto con la Cruz Roja Británica en la creación de un plan para que las reproducciones de obras de artistas famosos fueran expuestas en las salas de los hospitales en todo el país, mientras que los altavoces del hospital se dedicaban a difundir música y arte.


El artista Edward Adamson, se unió al programa en 1946, ya que se extendió el proyecto a los asilos mentales de larga estancia, comenzando las clases en Netherne Hospital de Surrey.

Adamson, supuso a su vez una gran influencia en el desarrollo británico de la arteterapia para personas con trastorno mental grave, y también el creador de la colección de Adamson. En 1950 este proyecto se había extendido a casi 200 hospitales, habiendo una larga lista de espera en los demás hospitales para poder introducir en ellos dicha disciplina.

Hill, trabajó incansablemente para promover la terapia de arte, llegando a ser presidente de la Asociación Británica de Terapeutas de Arte (fundada en 1964), aunque se encontró en desacuerdo con su orientación cada vez más psicoanalítica de la arteterapia.

Falleció en 1977.


OTROS APUNTES
(de diversas fuentes) 

Adrian Hill, artista y docente de arte, debió pasar un período de obligado reposo en un sanatorio para tuberculosos, y allí descubrió una nueva razón para dibujar y pintar. Esto lo hizo sentirse mejor y tal vez afectó en forma indirecta el proceso físico de su curación.

Adrian Hill vio con claridad que un buen maestro que promueva personalmente los intereses y actividades artísticas, es determinante para mantener la diferencia entre desquicio e integración. En algunos casos no hará otra cosa que colocar sobre la pared que está enfrente a la cama del enfermo, un marco en el que puedan insertarse una serie de interesantes reproducciones.

En otros casos organizará clases de dibujo y pintura, pero siempre su objetivo será descubrir el verdadero aporte personal que cada paciente es capaz de hacer. A uno le gustaría saber si el autor se da cuenta de que esta idea, aunque original en cierto sentido, no es nueva, y en verdad muchos la han tenido y la han llevado a la práctica, si bien tal vez no en gran escala.


Adrian Hill: artista, alfarero, músico, escultor, ceramista, que vive en contacto con el medio que él ha elegido, se empeña en acercarse a un grupo de pacientes postrados en la cama o inmovilizados y merced a la relación personal capacita a cada uno de ellos para que tiendan un puente, cada cual, a su modo, entre el inconsciente y la vida consciente ordinaria, un puente por el cual puede transitarse en ambas direcciones.

Mucho es lo que entonces sucede, pero lo principal es que al hacerle descubrir gradualmente al paciente sus impulsos creadores y sus fuerzas integradoras positivas, se le permite echar una mirada a lo que está dentro de su yo y ver lo que hay allí: el caos, las tensiones, la muerte, así como la belleza y la vitalidad innata. Como ejemplo del uso de la música, recuerdo un hogar para niños reumáticos de larga convalecencia en Warwickshire, donde los niños fabricaban flautas, las tocaban, escribían composiciones propias, dirigían la orquesta o contribuían de algún modo al acervo musical común.

El personal del establecimiento incluía a un músico (que no era terapeuta ocupacional). Esta experiencia era enormemente enriquecedora para los niños, y poco importa si alguno de ellos se convirtió en músico más adelante.

2 comentarios:

  1. Una vez más se puede comprobar como el dibujar, el expresarse a través del arte, es terapéutico. Besos :D

    ResponderEliminar
  2. Oficialmente fue uno de los primeros en introducir dicha disciplina en hospitales, pero sin duda lo que más me interese es el proceso personal que lo llevo a ello.

    Besos, Ricardo.

    ResponderEliminar