jueves, 30 de diciembre de 2021

El Mago de Oz, interpretación personal.



«Había por allí cerca varios caminos, pero a Dorothy no le costó encontrar el de ladrillos amarillos, y poco después avanzaba muy decidida en dirección a la Ciudad Esmeralda, con sus zapatos de plata tintineando alegremente sobre el duro suelo amarillo. 

El sol brillaba espléndido, los pájaros entonaban sus más dulces cantos, y Dorothy no se sentía tan apesadumbrada como se hubiera pensado de una niña pequeña que, de repente, se ha visto arrancada de su país y abandonada en medio de un mundo extraño».


L. Frank Baum, llegó a ser miembro de la Sociedad Teosófica; organización dedicada a la investigación de asuntos relacionados con el ocultismo y la comparación de las religiones. Fundada por Madame Blavatsky, cuyo fin principal era obtener unas raíces o elementos comunes que sirvieran como normas y doctrinas universales.

El conocimiento de la Teosofía por parte de Baum es adjudicado por muchos expertos en su obra como un elemento de conocimiento que tuvo su debida expresión en el Mago de Oz.

Antes de escribir el Mago de Oz, Baum trabajó como redactor en el Pionero de Aberdeen. En 1890, escribió una serie de artículos en los que introducía a los lectores en la Teosofía. Dos años después de publicar esta serie de artículos, Baum y su esposa Maud Gage se incorporaron como miembros de la Sociedad Teosófica de Chicago.


L. Frank Baum

Con lo anteriormente expuesto, podemos afirmar que la historia del Mago de Oz es una alegoría sobre la trayectoria del alma hacia un conocimiento superior. 

«Había por todas partes manchas de césped, con imponentes árboles cargados de frutos apetecibles y exquisitos. Por donde quiera que se observara, había hileras de esplendidas flores, pájaros de raro y brillante plumaje que cantaban y revoloteaban entre árboles y matas. Un poco más allá había un arroyuelo, deslizándose rápido y destellante entre verdes ribazos, murmurando con voz agradabilísima para una muchachita que había vivido tanto tiempo en las secas y grises praderas».

En el inicio todo es gris y monótono, no hay risas ni emoción en la granja donde Dorothy vive con sus tíos y Toto, que el perro creado por L. Frank Baum, y que sirve como animal de compañía. Toto es el leal perro mascota de la protagonista principal de nuestra historia.

Dorothy, era una huérfana adolescente criada por el tío Henry y la tía Em, en una pequeña y pobre granja ubicada en las desoladas praderas de Kansas alrededor del año 1899 al 1900. Toto era el único amigo de Dorothy y su única fuente de felicidad, ya que le hacía compañía en la soledad de aquellas tierras. Gracias a su naturaleza amable y enérgica, Toto es el guía que evita que Dorothy compartiese los destinos sombríos de los adultos y es el quien la introduce en el corazón de un tornado que la eleva por los aíres y la traslada hasta el mundo de Oz.


«El tornado había asentado la casa, muy suavemente para tratarse de un huracán, en medio de un paisaje de maravillosa belleza».

La niña (alma pura e inocente), es llevada hacia al mundo de Oz a través de un tornado gigante, lo que es lo mismo, una espiral que se eleva en representación o alegoría de la Kundalini (energía intangible representada simbólica y alegóricamente por una serpiente). Tal como hace referencia C.W. Leadbeater en su obra Los centros de fuerza y el fuego despertino; «Es llamado en sanscrito Kundalini y es la manifestación en el plano físico de una de las grandes fuerzas universales»

Con el proceso de la espiral comienza el camino de baldosas amarillas representado la evolución y la ascensión del alma sobre la materia; el camino de la vida donde el amarillo representa la energía de la «armonía a través del conflicto». La niña se encuentra en un nuevo mundo lleno de luz y color, con personajes extraños y nuevos para ella, por lo que podemos afirmar que la historia del Mago de Oz es una alegoría sobre la trayectoria del alma hacia un conocimiento superior.

Existe cierta analogía entre el camino de baldosas amarillas y el «Golden Path»; camino de oro del budismo y que forma parte importante de las enseñanzas teosóficas. También nos llama poderosamente la atención la utilización de gorros amarillos y rojos, en referencia a diversas escuelas en el Tíbet.

«El camino de los ladrillos amarillos»

Tradicionalmente en la psicología de la Gestalt, se considera esta zona (fantasía) como el lugar privilegiado de la neurosis; aquí residen los perjuicios, fobias, paranoias, distorsiones en general de lo que llega de fuera o de dentro; sin embargo, habría que entender que esto representa todo tipo de exuberancia. Es decir, en qué medida soslaya y sustituye la conciencia de las zonas interna y externa.

«La experiencia es la única fuente de conocimiento y cuanto más permanezcas sobre la tierra, tanta más experiencia tendrás sin duda».

Antes de comenzar el viaje, Dorothy recibe los zapatos de plata, simbolizando la unión que existe entre el plano material y el espiritual. Por lo que el camino queda servido, dando comienzo a la aventura.


El Espantapájaros o el pensamiento

Una vez que inicia su camino, la niña conoce al espantapájaros, representante de la mente o el pensamiento. Dicho personaje, es encuentra clavado en una estaca de la que no se puede mover; símil sobre el comportamiento de la mente analítica y lógica.

El hemisferio izquierdo de nuestro cerebro es aquel que selecciona, esquematiza, y organiza; sin dejar lugar a la imaginación o abstracción de los pensamientos que nos ofrece el hemisferio derecho. Es lo que le falta al personaje del espantapájaros para sentirse completo. En el viaje es quien toma decisiones y ofrece ideas al grupo sin tener consciencia de que lo hace, mientras reclama un cerebro.

El Hombre de Hojalata o la emoción

El hombre de hojalata es la representación de las emociones y aquello que se define como «el darse cuenta o el sentir». Donde la vida las oxida convirtiendo las emociones en formas infames y rígidas; tal como la hojalata, recordemos el caballero de la armadura oxidada. Es un personaje que necesita de constante atención para que no se enmohezca y necesita de los demás para que le aporten de aceite. Es un personaje que necesita amor, para poder ofrecer amor.

El León y la fuente de toda energía

El León, es la representación del miedo que nos paraliza en la vida. La falta de acción nos limita, nos hace perder manifestación de nosotros. La existencia debe basarse en la acción o energización, recordemos una vez más los ciclos gestáticos, en referencia al hacer, poder equivocarse, levantarse, volver a hacer, acertar y sacar nuestras propias conclusiones basándonos en nuestra propia experiencia. El miedo nos provoca la inacción, nos paraliza y nos contrapone contra el elemento fundamental de la existencia. Como el resto de los personajes, durante el camino el león dará muestras de aquello que reclama para él, muestra valentía a cada paso del camino.

«Echó los brazos al cuello del león y le besó, acariciándole tiernamente la cabeza. Luego besó al leñador de hojalata, que estaba llorando de una manera peligrosísima para sus articulaciones. Pero en vez de besar la cara pintada del espantapájaros, estrecho su cuerpo blando y relleno y se dio cuenta de que ella misma estaba sollozando en esta triste separación».


L. Frank Baum

El Mago

El Mago, en este caso es un hombre pequeño, calvo y tímido que se esconde tras una gigantesca máscara o bola de fuego, en algunas versiones, y que de manera sorprendente manifiesta; «Se supone que soy un gran mago, pero tan solo soy un hombre inocente...». He aquí al hombre, quien creyendo en sí mismo forja su mundo. Sin grandes apariciones ni espectáculos; tan solo un hombre sencillo que muestra cierta apariencia de debilidad pero que en su interior alberga la magia y un discernimiento capaz de cambiar su mundo y el de cuantos le rodea.


Concluyo citando a Annie Besant, una de las primeras precursoras de la Teosofía, que afirma en su libro El yoga y el hombre perfecto;

«Existe en la evolución del hombre un sendero por recorrer que precede inmediatamente al objeto hacia el cual tienden los esfuerzos de la humanidad. Recorrido este sendero, el hombre como hombre ha cumplido con su labor. Él ha alcanzado la perfección, ha llegado al término de su carrera.»

1 comentario:

  1. Mi querido Ricardo, me ha encantado tu entrada, como siempre, das sentido a muchas cuestiones que no todo el mundo se plantea. Este cuento en particular es uno de los que me gustan, supongo que por todo lo que implica, o tal vez porque yo sigo mi propio camino de baldosas amarillas. Besos :D

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