martes, 28 de diciembre de 2021

El encuentro entre Zhang Daqian y Picasso




«La tinta, al impregnar el pincel, lo dota del alma;
el pincel, al utilizar la tinta, la dota de espíritu».

Shitao

Pablo Picasso lo definió como «el mejor pintor de oriente». En mayo de 1956, Zhang Daqian, a la edad de 57 años, viajó a París, junto con su esposa Deng Wenbo.

Fue entonces cuando a Zhang Daqian se le ocurrió la idea de hacerle una visita al famoso pintor malagueño. Así que ni corto ni perezoso y tras disuadirle sus amigos llamó personalmente a Picasso, usando la ayuda de un intérprete de francés.

La secretaria de Picasso, Jacqueline, anotó rápidamente el teléfono de Zhang al recordar la admiración que Picasso siempre sentía por la pintura china.

Dos horas más tarde, llamó a Daqian para comunicarle que al día siguiente podría reunirse con Picasso. Aprovechando la inauguración de una exposición de cerámica que se iba a celebrar en un pueblo cercano de donde ellos residían.

Los esposos Zhang y su intérprete llegaron muy contentos a la ceremonia, en la que reinaba un ambiente festivo. Sorprendiéndose al descubrir como Picasso era llevado a hombros por los admiradores del pueblo cercano, mientras el artista, a sus 75 años, saludaba con la mano, sonriendo a la gente.

Como obviamente el pintor no pudo apenas atenderles, volvieron a citarse para día siguiente.


Ya más relajado, Picasso se adecentó y vistió con una camisa de rayas. Cuando Zhang Daqian entró en su estudio que el pintor había decorado a conciencia, con reproducciones de acuarelas de Qi Baishi, y este le pidió consejo al maestro chino. A Daqian, le sorprendió el gran interés que mostraba el famoso pintor occidental por la pintura china.

Le explicó Zang las características y los usos de los pinceles chinos, así como la importancia de la concepción artística en la pintura tradicional china. Todo eso lo escuchó Picasso con mucha devoción.

La reunión ocurría plácidamente hasta que Picasso le pidiera a Daqian escribir su nombre con un pincel chino y tinta negra. Al presenciar la técnica caligráfica de Zhang, Picasso gritó con admiración:

    — ¡No entiendo de verdad por qué los chinos venís a París a estudiar arte!

Zhang se quedó sorprendido por sus palabras y le pidió que las repitiera creyendo que el intérprete las había traducido mal.

Y Picasso le volvió a decir que no sólo no había arte en Francia, sino que en todo el mundo occidental tampoco lo había. Al ver la actitud modesta de Zhang, el gran pintor le insistió con más emoción: —Los chinos sois los primeros en el mundo artístico. Los japoneses son los segundos, aunque su arte también proviene de China, y los terceros son los africanos ¡Los occidentales no somos nadie en este campo!


Ese día, Picasso no dejó marcharse al pintor chino, cenando con los esposos Zhang. Pasearon por el jardín y haciéndose algunas fotos juntos. El maestro le regaló a Daqian una pintura suya titulada «Fauno Español». La noticia de su entrevista se divulgó pronto por toda la ciudad de París.

Más tarde, Daqian dibujó especialmente una acuarela de bambúes para Picasso y, además, le regaló un juego de copias calcadas de las pinturas chinas de la dinastía Han (206 a.C.-221 d.C.) y unos pinceles preciosos.


Nacido en Neijiang, en la República Popular China, y autoexiliado en los años 50 por su rechazo al régimen comunista, Zhang Daqian, fue un experto en estampa japonesa y en pintura tradicional china. También promovió una corriente propia vinculada con el expresionismo abstracto. Se formó en pintura, artes textiles, caligrafía y sellos con los principales maestros de su época.

1 comentario:

  1. Una historia preciosa donde ambos aprendieron el uno del otro. Me ha encantado la cita que da comienzo a la entrada. Besos :D

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