lunes, 7 de marzo de 2022

The sweet table


Cuando Lubna Aysel y yo preparamos esta obra para cierta exposición de arte contemporáneo, nunca pensamos que caería tan pronto en el olvido, aunque lo realmente importante de todo ello fue su elaboración; una en las que más he disfrutado.

Recuerdo como trazamos el diseño y el discurso que llevaría implícito. Quizás falló el atrevimiento, pues toda obra de arte que se preste debe llevar cierto grado de osadía y hacer añicos la cabeza o el alma de aquel que la contempla. Y es que la creatividad siempre es una especie de danza de interdependencia entre el observador y el observado.

Decía Louise Nevelsón; «Tú tienes que estar con la obra, y la obra tiene que estar contigo».

Quizás jugábamos en otro estadio del tiempo y en la que pocas miradas tenían cabida; una mesa cubierta por un mantel blanco inmaculado, los nidos como alimento principal con sus cubiertos de plata, junto a bandejas con cáscaras de huevos recubiertas de una gelatina resplandeciente como centro de todo el universo.


Luego, quedaba lo más importante de todo; la historia de cada comensal, pues una vez diseñada la mesa quedaba subscribir la ficción de quien tomaría partido de ella.
«El mejor momento de comenzar una novela es cuando te encuentras fregando los platos», nos diría Agatha Christie, por lo que nunca mejor dicho.

2 comentarios:

  1. La mesa y la disposición de las cosas en ella es más que importante. Me encanta la obra Ricardo. Besos :D

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