miércoles, 16 de marzo de 2022

Gratitud Gratitud

No quiero dejar pasar más tiempo sin expresar mi agradecimiento a Samuel y Blanca, por permitirme presentar el libro Las Granjas Paradiso en «El Teatro del Arte».

Dicha presentación suponía un reto, pues trataba de llevar a cabo cierto intento, lo confieso. Un experimento que consistía en trasladar el mundo de Thyrsá dentro un marco creado a conciencia para ello. Para mí, fue una presentación mágica; la que más.

El Teatro ha supuesto un lugar de acogida desde siempre; tanto que puedo manifestar que es un lugar más que importante dentro de mi creación literaria. Sin duda un sitio especial; y no lo sería sin la aportación de sus propietarios. Gente noble y buena donde las halla y que, aunque no lo parezca, siempre están pendientes más de la persona que del cliente.

Carmona es un lugar perfecto para escribir y soñar, dado que supone la manifestación de múltiples culturas; un crisol le oí decir a alguien. 


Carmona es una especie de encuentro con lo efímero y con aquello que no es tangible; aquello que es indefinido y si no me creéis probad en rodear Santa María en una mañana de niebla. Está levantada para las almas sensibles y es que estoy más que convencido que Carmona se levantó para quererla; si no, decidme como puede ser tan hermosa.

En sus laberínticas calles reinan los susurros y a veces se pueden percibir hasta fantasmas que corren o se limitan a saludarte mientras caminas. Entonces sucede que uno se topa con una plazuela y esta te atrapa; y ya no quieres continuar; te quedarías allí de por siempre, hechizado.
Muchas veces la imagino como una dama con los ojos cerrados, tal como un cuadro de Redon, otras como una vieja ciudad semejante a la mítica Minas Tirith de J. R. Tolkien y que, en algún lugar, debe existir un árbol que aguarda florecer. Con lo que dicha aserción nos acercaría a la leyenda del retorno del Rey, pero en nuestro caso no sería un personaje imaginado, si no nuestro querido Pedro I de Castilla que tanto la quiso.

Pero… dejadme acabar, ya que sí algo tengo claro es que, para percibir este puñado de ensoñaciones, lo primero de todo consistiría en hacer un alto y pagar la consabida entrada, tal como diríamos en el sur. Hacer parada y fonda en el «Teatro del Arte», para luego uno dirigirse, camino arriba, hasta toparse con una vieja puerta que aún se resiste en ser puerta desde el principio de los tiempos, y entonces… sí que nos hallaríamos en condiciones de poder dar ese paso que nos permita la entrada al más bello de los sueños.



2 comentarios:

  1. Fue una presentación preciosa. Lo cierto es que nos regalaste a todos un rato de magia. Nos regalaste la historia del nacimiento de tu obra y además, en un entorno muy especial. De las presentaciones más bonitas a las que he asistido y disfrutado. Besos Ricardo :D

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  2. Sí que fue diferente, intente hacer algo mío y sin interferencias.

    Besos, Ricardo.

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