lunes, 9 de mayo de 2022

.Valentía




Llega un momento en que la vida hace un receso y uno determina detenerse. No lo hace por voluntad propia, nada de eso, digamos que la misma naturaleza lo manda así.

Decía nuestro querido Miguel de Cervantes que el verdadero valor se encuentra entre la cobardía y la temeridad. Cuestión que nos daría por abordar en profundidad ambos términos.

Había sido invitado por la biblioteca de Villaverde del Río como el escritor destinado a representar el Día Internacional del Libro entre los más jóvenes.
Lo sucedido el día de ayer, para mí se queda. Quedándome claro que sí acudía a la invitación era un acto de temeridad y sí no lo hacía de cobardía, decidí tirar por el camino de en medio.

El horario sería de 10:30 a 14:00 horas, lo que suponía un verdadero desafío por mi parte. El acto fue inaugurado por el señor alcalde y algunos concejales. Luego y tras varias lecturas de Arturo Pérez Reverte y el Quijote me tocó enfrentarme a un ejército de adolescentes, divididos por edades y cursos.

Haciéndole caso a mi buena amiga Charo López que me dijo;

    —Habla de ti y no le sueltes ningún royo metafísico en la cabeza que ya tienen bastante. Háblale de tu experiencia en la vida.

Eso hice, además de recurrir a algunos trucos aprendidos en arteterapia, introduciendo varios recursos emocionales durante la charla.

Poco a poco y conforme desarrollaba el discurso, la furia de la sangre y las hormonas dislocadas quedaron aplacadas, por lo que aquello que se presentaba como una ardua batalla, quedó en uno de los encuentros literarios más hermosos de los que he asistido.
Les hablé de mi niñez, del curso de mi vida y de mí nacimiento como escritor. Aprendí, conforme avanzaba la jornada, a mencionar tan solo aquellos nombres que les resultaban familiares, dentro del marco de lo fantástico, y salí del paso como pude, pero muy contento.

Luego comenzó la comida y los manjares que habían preparado la gente del pueblo.
Era el día del libro y por lo tanto un día de fiesta.

La velada continuaría hasta las 20:00 horas, aunque yo me retiré a tiempo, tal como me aconsejaba el sabio de la mancha. Les dejé su espacio a la biblioteca y a su grupo de lectura. Gente de lo más maravillosa que me he encontrado, amable y cordial donde las halla y todo un ejemplo de que cuando se quiere, se puede.

Con personas así, el futuro del libro y su lectura quedan más que asegurado, razón por la que evoco y dedico estos hermosos versos...

«Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos…»

Francisco de Quevedo.

2 comentarios:

  1. Me parece muy valiente su acto literario, señor caballero. Y me alegra profundamente que lo disfrutase "a topeeee", jaja. Ahora en serio amigo mío, estás impresionante de esa guisa y... me encanta lo que nos cuentas de tu encuentro. Besos :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Margarita, se hace lo que se puede. La vida hay que vivirla con mesura, a la vez que con tremenda valentía y nada de dejarse llevar...

      Besos, Ricardo.

      Eliminar