POESÍA DEL VALLE
I
Te recuerdo yaciente en la campiña,
por entre el trigo dorado.
En ese lugar te hice pan de mi vida,
alimento de mi alma
y fruto de mi agonía.
Y en la despedida de mi tormento,
fermentamos las caricias y
sacralizamos los momentos.
Desde ese trigo, al viento,
yo me nutría del blanco pan de tu pecho.
Hoy memoria de nuestro frugal entendimiento.
Rogando fidelidad a la luna,
testigo de nuestras noches,
bendición bajo juramento.
R. Reina Martel
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