domingo, 12 de marzo de 2023

La mujer de Frankenstein

 


Ayer fue otro día de celebración, parece ser que ha cambiado la dirección del viento y llega ahora desde el norte; tal como nos diría Juliette Binoche en Chocolatt.

El caso es que, tras degustar dos copas de manzanilla, la situación se puso a tono y me pidieron que relatara una historia "monstruosa"; relacionada con la mujer.

De memoria, y llevado por los lejanos aromas sanluqueños, mi imaginación puso rumbo hacia el norte de Europa...

... Mary Godwin conoció al señor Percy B. Shelley sobre 1814, que por entonces estaba casado y era padre de dos hijos. Fue en una de las tertulias literarias que organizaba el padre de Mary en su casa.

Se supone que debió ser un flechazo en toda regla, ya que ambos huyeron dejándolo todo patas arriba, tal como se suele decir.

Se dice entre bambalinas que fue Mary quien se declaró a Percy.

La pareja huyó a Francia en compañía de Claire, hermanastra de Mary, a quien también le iba la marcha.

El caso es que dicho trio, tras pasar múltiples vicisitudes, terminó en Suiza, en casa de Lord Byron.

Sí, el vino hace mella, pero doy fe de que es verdad cuanto relato...

Acabaron en casa de Byron, en Villa Diodati, a orillas del lago Leman y con la intención de pasar un verano de lo más seductor.

Eso sucedió dos años más tarde, en 1816, y todo hubiese ido a la perfección sino hubiese sido por un puto volcán; el Tambora, en Indonesia, que explosionó un 10 de abril de 1815, con tan mala leche que liberó toneladas de polvo de azufre que se extendieron por todo el planeta y nos dejó sin verano y sin cosechas.

La situación en Villa Diodati no era la más halagüeña, así que Lord Byron se enrolló con Clarice, cosa que estaba más que cantada.

Cierta noche de lluvias y truenos, Byron propuso escribir, a cada uno de sus invitados, una historia de fantasmas.

De esa apuesta nacieron dos obras maestras de la literatura fantástica; El vampiro de John Polidori, que era el médico personal de Byron, y Frankenstein, publicándose, esta última, en 1918.

Se publicó con el nombre de Percy, al haber contraído matrimonio la pareja, y tras el suicidio de su primera esposa; que se ahogó en la laguna de un parque londinense.

El 8 de julio de 1822, poco antes de cumplir los 30 años, Shelley pereció ahogado, al igual que su primera esposa, tras una repentina tormenta y mientras navegaba en su velero por costas italianas.

Queda claro que la maldición le pilló de lleno.

Su cuerpo, por disposición de Byron, se incineró en una playa cerca de Viareggio.

Tras una larga lucha, y al fin en 1831, Mary consiguió publicar la obra completa con su nombre. Reconociéndose, al fin, como autora del manuscrito y tras llevar los apellidos de su esposo; Mary Shelley.

Consagrada totalmente a la literatura, además del cuidado de su único hijo, Mary se negó a contraer nuevo matrimonio alegando que, tras haberse casado con un genio, sólo podría casarse con otro.

El 1 de febrero de 1851, fallecía Mary tras padecer un tumor cerebral.

Al revisar sus pertenencias encontraron, envuelto en seda y junto con el poema Adonais de Percy, el corazón del que había sido su esposo.

Mary nunca perdió la esperanza de reconstruir el cuerpo de Percy, tal como había ideado en su novela...

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