En el taxi de camino al hospital, le propuso a su amiga Olga Borelli:
—Fijamos que no vamos al hospital, que no estoy enferma y que nos vamos a París. Comenzaron a hacer planes de lo que harían allá y el taxista, que no pudo resistirse, se introdujo en la conversación preguntando:
— ¿Puedo ir yo?'
—Claro, y traiga también a su novia—, le respondió Clarice.
—Mi novia es una mujer mayor de 70 años, y no tengo dinero —respondió el taxista siguiéndole el juego.
—También viene. Finjamos que ha ganado usted la lotería —le respondió Clarice.
Al llegar al hospital, el chófer le cobró 20 cruzeiros y ella le dio 200.
Su invención, no pudo evitar lo inevitable y Clarice murió un mes y medio después. Un día antes de cumplir cincuenta y siete años, en el Hospital Lagoa de Río de Janeiro, a causa de un cáncer de ovario.
Es lo que tiene soñar y jugar. Te permite vivir la vida de otra forma, de una forma mejor. Lástima que no cure las enfermedades. Murió muy joven, qué pena.
ResponderEliminarBesos :)
Tuvo una vida intensa y nos dejó un enorme y apasionante legado.
ResponderEliminarBesos, Ricardo.