miércoles, 9 de febrero de 2022

Los juguetes de antaño



Intentaba recordar los juguetes de infancia, mientras aprendía a hacer un booktrailer de esos. Cuando me vino lo fácil que nos resultaba jugar sin necesidad de aprendizaje ni manual. Recordé mi primer Scalextric, creo que se escribía así, donde tan solo se necesitaba acoplar unas vías y enchufar unos cables para que aquellos coches cogiesen velocidad. También aquel ExinCastillo que tanto me hizo disfrutar destruyendo sus almenas para recomponerlas a continuación.

Estaban los cromos, y por supuesto los juegos en la calle; la lima, el trompo, las bolas o canicas y la pelota, que reinaba por encima de todos los juguetes. La simplicidad era parte de una función y de una sociedad que parecía no exigirnos más. Luego, cómo tan solo había un canal de televisión, pues lo teníamos la mar de fácil y los comentarios del día siguiente derivaban, obviamente, de la visualización que hiciéramos en el día anterior.

Con esto, tan solo quiero manifestar lo sencillo que para un niño era el proceso mental en lo que se refiere a la absorción de ideas y de sus consabidos juicios y comparativas. Sin embargo, cada vez que veo a mis hijas manipular el móvil o la Tablet, suelo decirles en broma; —Veras cuando se te llene el disco duro de la cabeza lo que os va a tardar en arrancar.

De ahí la extraña metafísica en la que nos encontramos envueltos; habiendo desterrado aquellos pequeños detalles, junto a todo lo sencillo, tal como dice canción de Serrat, que tenían la facultad de hacernos felices con prácticamente nada y sin necesidad de recurrir a ninguna tienda digital ni al devorador acto de consumo en el que nos hallamos sometidos.

2 comentarios:

  1. Esos juguetes de antaño que nos hacían en verdad "jugar" y no observar sin más. me ha encantado tu entrada Ricardo, me ha traído muchos recuerdos. Besos :D

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  2. Gracias por el comentario, Margarita. Aquellos juguetes nos hacían utilizar, al menos el cuerpo; correr, saltar y brincar. No nos mantenía atados a una silla y con la mirada perdida en una pantalla encendida.

    Besos, Ricardo.

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