Esta foto pertenece a una colección que hice en los escaparates de la vieja plaza Des Vosges, en París. Allí solía pasar las horas sin otra pretensión que acompañarme de una buena lectura o simplemente observar a quienes transitaban por tan excelente lugar.
Bajo uno de los soportales, se accede a la que fue la vivienda de Víctor Hugo, y uno no podía evitar imaginarlo saliendo y acercándose a los viejos muros de la Bastilla, inmerso en plena creación literaria de Los Miserables.
Durante las mañanas, solía acercarme a una pastelería cercana para comprar un perfumado pastelito de pistacho, o me dejaba llevar por el irresistible deseo de hacerme con un par de manzanas, de esas que vendían en los puestos ambulantes de la zona y que pagaba a precio de oro.
En aquellos años, se respiraba amor y una libertad que se sentía por todos lados. Con el paso del tiempo, reconozco que las expectativas que en esa plaza se levantaron han quedado en una futilidad, o en una levedad parecida a la que nos describe el maestro Kundera en su obra.
Daría lo que fuese por regresar a aquel tiempo, desde donde uno vislumbraba un mundo idílico, un mundo en el que lleváramos flores en el pelo y nos besáramos sin poder contener el impulso. All you need is love, cantaron Lennon y McCartney. ¿Alguien es capaz de refutar tan simple manifiesto?
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