jueves, 24 de febrero de 2022

Llueven bombas sobre Ucrania

 


Acabo de cerrar las noticias y al leer el titular de la misma no he podido dejar de horrorizarme; «Rusia ataca Ucrania», así de sencillo, sin subtítulos ni nada. Y es como bien dice mi querida amiga, la escritora Margarita Hans; «El ser humano es la leche».

Antes, Ucrania quedaba bien lejos, pero ahora me da que está muy, pero que muy cerca. Tenemos ganas de batalla, de eso no me cabe la menor duda. Ganas de matarnos los unos a los otros; nos han ido preparando para ello, lo afirmo. Para comprobar semejante barbaridad, que acabo de manifestar, nada más hay que coger el coche y darse una vuelta por Sevilla.

En el trabajo van por ti; al cuello como diríamos, con una falta de sensibilidad inusual y nunca antes vivida. En la política lo hemos podido comprobar esta semana; como un señor que denuncia un hecho más que comprobado y deleznable, donde quiera que se ponga; es expulsado y lapidado por los barones de su partido, como un pestoso en la edad media. Dado que pone en peligro un sistema corrupto, donde todos se llevan cuanto pueden.

Hace mucho que dejó de importarme la política, la religión o cualquier estructura oficial y establecida. Tal como dijo Thoreau, me aferro hoy más que nunca a sus palabras;

«Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida... Para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido».

He recurrido a esta fotografía que realice para un ciclo llamado; «El niño herido», ahora que llueven bombas sobre Ucrania o donde quiere que sea. Al final lo pagarán los mismos; los más débiles, mientras los infaustos señores de la guerra se frotarán las manos y continuarán jugando impunemente con nosotros, pero lo peor de todo esto es que les seguiremos el juego, sin darnos cuenta que, en estos instantes, no somos nada; ni tan siquiera fichas en un tablero.


«Desde debajo del oscuro refugio del castillo,
cada noche tomo asiento bajo la ventana,
donde asiste Lucifer.

Y en secreto, él nunca me falla,
observó su paso amable
donde los barcos dibujaron su rastro sin camino
al otro lado del océano».

Versos de «La estrella de la mañana»
Eminescu

1 comentario:

  1. Pues si amigo mio, el ser humano es la leche. A veces para bien, en este caso y sin lugar a dudas para mal. Toda una tragedia, ya no necesitamos de virus que maten, el hombre solo se basta. Besos:)

    ResponderEliminar