sábado, 9 de octubre de 2021

Arteterapia, la medicina más bella del mundo.

 


«Tener ojos y no tener miedo»

Claudio Naranjo

Los Ojibwas la llaman Kinomagewaphong, esa larga palabra significa «La roca que enseña» y era este un lugar de sanación. Puede que una de los mayores indicios en la historia del poder del arte aplicado a la salud. Estamos en Canadá y sus autores fueron antepasados de los indios Alonquinos. Más de 900 petroglifos decoran la piedra, tallados con una precisión sorprendente y diseminados sobre una pared decorada. 


Me viene a la memoria la elaboración de los dibujos de arena de los navajos, también a los monjes tibetanos mientras realizan el ritual del Kalachakra y su mándala de arena. En todos estos casos, la curación va unida a la contemplación de símbolos y colores. La arteterapia ha estado presente desde el albor de los tiempos; cuyas manifestaciones expresaban los misterios que el hombre antiguo no entendía y junto a la posibilidad de sacralizar la tierra. Todo cuanto nos rodeaba constituía un misterio y con ello la posibilidad de un marco sanador que facilitaba el acto creativo. Como decía Jung; «La deuda que tenemos con el juego de la imaginación es incalculable».

Recordamos las ruedas medicinales de los Big Horn en Wyoming y ese arquetipo que se repite durante la historia primitiva con el símbolo de la rueda como espacio destinado a sanar. Cuestión casi inseparablemente de la danza y ese ritmo que suponía la oposición natural a la quietud. Leí una vez de la existencia de una sociedad de sanadores llamada La atirenda, cuya danza se dirigía específicamente a curar la hernia que afectaba a la población Apache.


Luego estaba el rito de la pipa sagrada, tan perfectamente detallado por Joseph Brown, en su obra The Sacred Pipe: siendo útil de resaltar la incorporación al ritual de una ingesta, que en este caso concreto será el humo y en otros; el peyote, la ayahuasca o la salvia.

El ritmo del tambor, el fuego, las pinturas corporales, los baños de sudor, el bastón o las diversas figuras totémicas… todos con una única finalizad; la limpieza psíquica y corporal del individuo


Imagen de Irina Werning

También me veo forzado en hacer alusión al mundo celta y al arquetipo de la palabra sanadora con la figura de Feidhilyn como última sacerdotisa. Los relatos del bardo como figura ineludible de una sociedad que trasmitía a través del discurso poético toda su sabiduría. Los rituales del agua, las hierbas, el caldero, las fuentes sagradas, el hechizo, los lazos de colores y las ocho festividades sagradas. Todo ello, no son más que prototipos de lo que aprendemos hoy en nuestros modernos centros de arteterapia.

También estaban los Shamanes siberianos, el Tíbet con sus tankas, mudras, máscaras, festivales, oraciones, sonidos y los mándalas; recordemos al doctor Jung y su cuaderno rojo donde diariamente dibujaba. Estaba el I Ching, el Sumi-e o pintura china, traducida como La rima de las respiraciones y la circulación de la vida. Mencionemos de pasada; el Tao, el Feng Shui, el Zen, el eterno laberinto y las danzas derviches…

¿Es moderna la Arteterapia?

¿Qué hemos realmente descubierto?

¿Qué hemos puesto de nuevo sobre la mesa?

Sin duda la respuesta sería los mecanismos aportados por Perls, el psicoanálisis de Freud, la bioenergética de Reich o Lowen, el teatro de Moreno, el humanismo de Rogers o Maslow, la interpretación de los mitos por Joshep Cambell, el trabajo sobre la transpersonalidad de Wilber y puede que… unificando todo lo expuesto en este escrito; la figura sin duda de Claudio Naranjo como resorte indisoluble entre lo antiguo y lo moderno. Herramientas sin duda, para recetar la más bella medicina del mundo.

2 comentarios:

  1. Gracias Ricardo por tan interesante entrada me encanta visitar este lugar ya que siempre aprendo algo y me llevo conocimiento. Un abrazo.

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  2. Hola Ricardo! Excelente trabajo Ricardo👏👏👏
    Yo creo que las hemos redescubierto y que suerte que asi sea.
    Gracias y buen finde🍂🍁🍂🍁🍂🍁🍂

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