miércoles, 17 de marzo de 2021

Mark Rothko, el hombre que pintó su música


«Los cuadros deben ser milagrosos»


Mark Rothko, nació en Letonia, en una ciudad llamada Daugavpils, allá por el 1903.

Desde su niñez sufrió una polaridad que le enfrentó entre lo religioso y un ateísmo extremo. Su padre Jacob, fue un intelectual con ideas revolucionarias contrarias a la corte zarista de Rusia. Por eso nos resulta incomprensible que a los cinco años fuese inscrito en el Jéder (escuela tradicional judía), al contrario que sus tres hermanos.

Allí, Mark, encontró el camino místico del Talmud.

Se cree que su niñez estuvo plagada de infortunios y pesadillas, sufriendo la amenaza constante de una represión violenta por parte de las autoridades rusas hacia los judíos, ya que se les acusaba de pregonar un levantamiento revolucionario.

En palabras del propio Rothko:

«Los Cosacos se llevaron a los judíos del pueblo hacia los bosques, y les hicieron cavar una fosa común... Imaginé esa tumba cuadrada tan claramente que no estaba seguro si realmente la masacre había ocurrido durante mi existencia. Siempre estuve atormentado por la imagen de esa tumba; que de alguna manera profunda estaba encerrada en mi obra pictórica».

Al hacerse realidad la amenaza por parte de los represores rusos no le quedó más remedio al padre de Mark que huir a Estados Unidos en 1909, con la ayuda financiera de su tío Samuel.

Cambió su apellido a Weinstein, y partió con el temor de que sus hijos fueran reclutados en el ejército zarista. ​ En esta época numerosos judíos abandonaron Daugavpils debido al inicio de las purgas cosacas y Jacob, padre de Mark, junto a sus dos de hermanos logró salir de Rusia, estableciéndose en Portland, Oregón, como fabricantes de ropa.


«Entonces un día resulto que presencié una clase de arte, 
con el motivo de encontrarme con un amigo que estaba asistiendo al curso. 
Todos los estudiantes estaban realizando un bosquejo de una modelo desnuda, 
y en ese momento decidí que esa era la vida para mí»

Sin embargo, Mark, hubo de permanecer con su madre Anna y su hermana Sonia en Rusia. Consiguiendo, al fin, viajar en 1913 a Estados Unidos para reunirse con su padre y con sus tíos; Albert y Moise, que habían viajado en 1912.

Finalmente llegaron a los Estados Unidos, el 17 de agosto y después de una travesía de doce días que inició en la ciudad de Liepāja.

El 27 de marzo de 1914, su padre, Jacob, falleció a causa de un cáncer de colon, dejando a su familia sin soporte económico. La familia se vio obligada a trabajar en el negocio familiar de los Weinstein, mientras que Rothko se dedicó a vender periódicos en la calle.

No cabe la menor duda de que algo de su alma quedó en los frondosos bosques de Gauja.


«La pintura no trata de una experiencia. 
Es una experiencia»

Sucedió que casualmente presenció una clase de arte en el Art Students League de Nueva York, los alumnos realizaban un bosquejo de una modelo desnuda, y en ese momento cambió para siempre la vida de Mark (de fomentar el cambio social y el derecho de los judíos pasó al cambio interior, a la búsqueda de un sentido más profundo de su alma). Contaba por entonces con veinte años de edad.

Estudió arte con el artista Max Weber, pero su carácter independentista y autodidacta le hizo escaparse con su círculo de amistades a Lake George y Gloucester, en Massachusetts. Donde llevaría largos periodos sumidos en la bohemia y la desesperanza de los años de la gran depresión. Pero Mark cargaba con el espíritu que habitan los bosques antiguos y junto a Mozart creaba una atmósfera sublime mientras pintaba, dejándose llevar por los sentidos. Desafiando el país y la miseria familiar que arrastraba tras la prematura muerte de su padre en 1914.

Su primera exposición fue en 1933, el 21 de noviembre en la galería Contemporaly Arts Gallery de Nueva York. Ese fue un principio, luego vino la búsqueda de la no forma, su cosmos particular de entender lo religioso.


«El arte es una aventura que nos lleva a un mundo desconocido... 
Nuestra tarea como artista es hacer que la gente vea el mundo 
tal como lo vemos nosotros».

El lirismo de Rothko carece de antecedentes pictóricos, su alejamiento de lo representativo hace plantearnos el sentido de la abstracción. La sencillez absoluta, lo quimérico, el interrogante sin un planteamiento físico.

Mark Rothko, estaba hecho de otra materia, unido a un pensamiento no conceptual, la mente clara y gloriosa que nos acerca con una simplicidad absoluta a lo místico y lo iluminado. Aquello que está más allá de lo razonable.

Se casó con Mary (Mell) Alice Beistle, ilustradora de dibujos infantiles. De dicho matrimonió nacieron sus hijos; Kate y Christopher.

Se suicidaría mucho años más tarde, el 25 de febrero de 1970, después de legarnos su testamento definitivo en la capilla de Houston, sus llamados; «Los Poemas de la Noche»


«La gente que llora ante mis cuadros 
 y vive la misma experiencia religiosa que yo sentí al pintarlos. 
Y si usted, tal como ha dicho, sólo se siente atraído por sus relaciones de color, 
entonces se le escapa lo decisivo»

La gran batalla contra un mercado corrupto hasta la saciedad, degradado y corrompido, que trataba la obra de Mark como mera mercancía.

Luego, llegó el desafío de su hija Kate contra la fundación que comercializaba con su obra, sacando provecho de los fines socioeducativos que imperaban en el testamento de Mark.


Annie Cohen y Mark Rothko

«Tengo un recuerdo muy vívido de la primera vez que vi las pinturas de Mark Rothko. Estoy sentada en una habitación, tenuemente iluminada, rodeada de pinturas de enorme tamaño y poder. Fue en 1967. Lo recuerdo con tanta claridad como si acabara de suceder. Recuerdo que era una sala del Museo Judío de Nueva York. Le he contado a la gente sobre esto en el contexto de escribir esta historia. Pero no puedo encontrar ninguna mención de una exposición en el Museo Judío o incluso nada en Nueva York en ese momento. Aun así, permanece en mi mente. El tamaño, las combinaciones / yuxtaposiciones de colores, la luminosidad de las superficies, la ambigüedad de la imagen / no imagen, lo inesperado de todo. Aprendí mucho sobre la pintura esa tarde, aunque sigue siendo un recuerdo desconcertante»

Pero... esa es otra larga historia. La otra parte de la historia que tanto detestamos.

Una cosa es obvia; Mark Rothko ya no estaba para estar aquí.

3 comentarios:

  1. Es increíble como el ser humano puede reinventarse. El arte es algo que se lleva en la sangre, que se transmite, que hace sentir. Experiencias amargas de una niñez dramática, y sin embargo, llegó a transformar el miedo en color. Me ha encantado la entrada Ricardo. Besos :D

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  2. Nunca había visto una imagen así de los poemas de la Noche, o la Capilla Houston. Muy interesante.

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    1. Nunca había visto una imagen así de los poemas de la Noche, o la Capilla Houston. Muy interesante.

      Al final de su vida, Mark trabajó en esa capilla. Un lugar hacia donde la mente y la metafísica pudieran dirigirse la energía vibracional de sus cuadros.

      Un saludo, Ricardo.

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